domingo, 29 de noviembre de 2009

Pulpo á feira y la sostenibilidad


Ayer estuve en una hamburguesería de comida rápida. En una de las dos cadenas líderes en el mundo. Y me quedé perpleja, no por la calidad de la comida, que, cuando uno acude a un establecimiento de este tipo, ya sabe a lo que va.

Mi perplejidad se refiere no al contenido, sino al envoltorio, al llamado packaging, en el que, todo hay que decirlo estas empresas son verdaderas artistas para atraer con él a niños y adolescentes. Me puse a contar cuántos papeles, bolsitas, envoltorios y demás hay en un menú de apenas 6€. Primero, la pieza de papel que cubre la bandeja. Luego el armazón de cartón que alberga el menú infantil y que va directo a la papelera. Seguimos con la bosita que envuelve el juguetito de los niños, el papel que envuelve la hamburguesa, la bolsa que contiene las patatas fritas, el vaso de papel y su tapadera para el refresco, la pajita para beberlo con su correspondiente funda de papel, el yogur bebido de postre que viene en un tetrabrik con su pajita y bolsa-funda adosadas. Siguen varias servilletas de papel, recipientes para la sal, el ketchup (con unas raciones tan escasas que una sola nunca llega) y más elementos desechables como botellitas indivuales de aceite, cubiertos de plástico, etc en el caso de que se salga uno del menú "tradicional". En total creo haber contado más de 13 elementos que se tiran para un menú, repito de apenas 6€. Que se tiran, y, que yo sepa, no se reciclan, pues, los todos los desperdicios (comida, papel, plástico, cartón, etc) son depositados por el cliente en un único contenedor, donde no vi indicación alguna de clasificación de residuos.

Me duele que se tire tanto dinero en estos envases desechables y que además no se reciclen. Estos días hemos oido hablar mucho en España de economía sostenible. Nos hartamos en los últimos meses de ver experimentos con energías renovables que tratan de paliar el consumo de los recursos de la tierra buscando fuentes alternativas que no se agoten. Y frente a esto, educamos a nuestros jóvenes y adolescentes, público mayoritario de este tipo de restaurantes, en el tirar, no aprovechar, en el no cuidar, pues todos los utensilios tienen un único uso.
Me parece que como sociedad estamos dando mensajes contradictorios. No se puede, por un lado tratar de convencernos de la necesidad de grandes proyectos de renovables y por otro, en el día a día,vivir de espaldas, más bien en contra, de esta filosofía. Regulamos la temperatura a la que pueden estar nuestros lugares públicos (medida que me parece excelente, pues es un sinsentido pasar frío en verano en los lugares comunes, a base de aire acondicionado) pero nos olvidamos de otros elementos. Cierto que las calefacciones tienen un efecto más importante en el calentamiento y la generación de residuos. Probablemente los desechos generados con tanta alegría por los restaurantes de comida rápida tienen un impacto menor (aunque si los sumamos todos, no estoy tan segura) pero se trata también de dar señales. Y serían muy poderosas en los lugares favoritos de los críos (he podido comprobar personalmente cómo críos de 6 años conocen perfectamente las diferencias entre las dos cadenas, aunque las visiten sólo esporádicamente). Quizás tuviese más impacto en la formación de su conciencia ecológica que un rosario de documentales, charlas y otras actividades, también necesarias.

Frente a estos restaurantes, me he acordado de los lugares tradicionales de comida rápida de los pueblos de Galicia: las pulpeiras. Al ser ambulantes, se minimiza el uso de materiales superfluos. Que yo sepa, lo único que se tira en las pulpeiras de las ferias son los palillos con los que se pincha el pulpo, que, por cierto, son de madera, material más fácilmente reciclable que el plástico. Y hete aquí que la legislación comunitaria intentó hace años sustituir los materiales que ellas usan por otros más limpios como el plástico. Afortunadamente para los amantes como yo, de las tradiciones de su tierra, la propuesta no prosperó. Pero... y si en lugar de legislar sobre lo que lleva cientos de años funcionando sin acarrear graves problemas ambientales, nos ponemos a pensar cómo asegurar la sostenibilidad de los negocios que están naciendo?

Pero bueno, seguro que ésta es otra de esas ocurrencias mías!
Feliz tarde de domingo

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