¿Y por qué digo que ésta es una excelente noticia? Porque se produce, no por el aumento de la tasa de fecundidad, sino por el aumento de la esperanza de vida. Me explico si en 1950 la esperanza media de vida rondaba los 48 años, hoy esta tasa se eleva a los 69 años de media. Y en algunos lugares como Japón (y también Galicia) la esperanza de vida media ronda o supera los 80 años. Desde luego la esperanza de vida ha crecido más en los países desarrollados, pero también los países menos desarrollados se han beneficiado de este crecimiento. El país con menor esperanza de vida hoy es Lesoto con 46 años. Ciertamente es una pobre cifra, pero que crece año a año. En cuanto a la tasa de fecundidad, si la media de hijos/mujer era de 5 en 1950, hoy cae a 2,5. Por tanto, hemos de concluir que el crecimiento de la población mundial se debe fundamentalmente al hecho de que hemos logrado que la gente que nace viva más cada vez más, y sobre todo, hemos logrado reducir la mortalidad infantil.
Ahora bien, 7.000 millones también plantean retos. Es preciso seguir invirtiendo en salud y educación (de estos 7.000 millones, 1.800 son jóvenes de entre 10 y 24 años) para lograr que estas personas tengan una vida digna. Y ello pasa por tener acceso al agua, a los alimentos y garantías energéticas. No es una tarea fácil ya que en nuestro mundo conviven extremos: países con una población excesivamente joven y países con una población envejecida, países en los que el problema más acuciante es la malnutrición y países donde, por el contrario, los problemas derivados de una dieta excesiva plantean los mayores problemas sanitarios. A escala mundial, hay más personas jóvenes (y más personas ancianas) que nunca. En algunos países más pobres, las altas tasas de fecundidad perjudican el desarrollo y perpetúan la pobreza, mientras que en algunos de los países más ricos, las bajas tasas de fecundidad y las pocas personas que ingresan en el mercado de empleo, suscitan inquietud acerca del crecimiento económico y la viabilidad de los sistemas de seguridad social. Adicionalmente, la sobreexplotación descontrolada hace que cada vez el suelo se erosione más, el desierto se extienda por el sobrepastoreo de los prados, la pesca se vuelva más exigua y los bosques se reduzcan. Por todo ello, garantizar unas condiciones de vida dignas a los 7.000millones de habitantes del planeta es todo un reto en el que los poderes públicos deberían poner el máximo empeño. De ello depende que todos vivamos mejor!