Estos días se habla mucho de coches oficiales. Hay demasiados, sólo el ayuntamiento de Madrid cuenta con 134, la Comunidad Autónoma unos 80. Me sorprende. en una Comunidad Autónoma que presume de tener un transporte público que funciona muy bien (y, en mi modesta experiencia, tengo que decirles, que por lo general es así) y que anima a sus ciudadanos a usarlos, sorprende tal despliegue de vehiculería oficial. ¿Qué mejor ejemplo para los ciudadanos que ver cómo sus ediles y mandatarios usan el transporte público. Pero, ay amigos, parece que una cosa es predicar y otra muy diferente dar trigo!
Pero no crean que la pasión automovilística es exclusiva de la capital del Reino. Según un reportaje publicado recientemente, en la Comunidad Autónoma de Galicia hay unos 150 vehículos destinados al transporte de altos cargos: Presidente de la Xunta, conselleiros, secretarios generales, directores generales, rectores de universidades y directores de hospitales, por poner sólo un ejemplo, tienen a su disposición las 24 horas vehículos oficiales. Por término medio cada vehículo oficial requiere de 4 chóferes para atender los 4 turnos. Y... me pregunto yo ¿es necesario tanto dispendio? Según datos publicados recientemente en España hay unos 30.000 coches oficiales, tantos como en EE.UU. que, tiene 6 veces más población que nuestro querido país. ¿no les parece un despilfarro? Creo que se impone una reducción en toda esta flota desmesurada. Las razones son varias:
a) nos ahorramos mucho dinero que podría destinarse a usos que tuviesen una repercusión más sana en todo el país. Al igual que a Vds. se me ocurren cientos de ideas, de modo, que no me voy a extender.
b) nos ahorramos muchos caos circulatorios. Aparte de que reduciríamos el número de vehículos circulando por las calles de nuestras ciudades, no olviden que estos vehículos cuentan con patente de corso para aparcar en sitios en los que está prohibido porque se interrumpe la circulación y otros privilegios parecidos. Por no decir nada de los líos que se montan cuando una comitiva oficial de coches oscuros recorre a toda velocidad las calles de nuestras ciudades.
c) contaminaríamos menos. Saben la cantidad de polución que generan estos vehículos muchas veces parados y encendidos esperando a que llegue el alto cargo de turno
d) sería un ejemplo estupendo. Tanto que nos va lo de ser verdes y resulta que eso es sólo para la foto en la que inaguramos un servicio de bicis u otro evento parecido. Luego, todos al coche oficial. Ahora eso sí, venga a decirles a los ciudadanos que usen el transporte público. Está bien esta recomendación, pero la caridad bien entendida empieza por uno mismo, queridos próceres de la patria.
e) mejoraría la salud de nuestros políticos. ¿No se dan cuenta de que muchos tienen problemas de sobrepeso? Qué bien les vendría caminar, siquiera los metros que separan un andén de metro de otro. Una forma estupenda de hacer ejercicio público
f) entenderían mejor a la ciudadanía. En el metro, el autobús, los taxis y la calle todos tenemos oportunidad de ver a gente muy distinta a nosotros. Gente que tiene preocupaciones, rutinas, intereses, formas de vestir y opiniones muy diferentes. Convivir con ellos evitaría el síndrome de la torre de cristal de los políticos y les daría un baño de realidad muy interesante. Es posible que incluso nos ahorrásemos dinero en encuestas para saber qué opina la ciudadanía de un determinado asunto o cómo valora determinados servicios. Nadie mejor que los que todos los días usamos el paseo marítimo de A Coruña camino del trabajo para saber dónde están mal puestas las baldosas o donde el trazado de la calle tiene tales errores, que, cuando llueve (cosa que como se imaginan, no sucede casi nunca) los coches, por más que intenten evitarlo, nos dejan chorreando debido a los charcos que se forman.
g) mejoraría la salud mental de los ex-altos cargos. Me imagino que cuando un político deja de ocupar un cargo con coche oficial, debe de sentir una depresión tremenda. Dejar de tener a alguien que todos los días se muestra sumiso contigo, debe ser como para cogerte una depresión. Y qué trauma volver a usar el coche. Seguro que ya ni recuerdan dónde está el contacto o han olvidado el significado de las señales de tráfico. Mucho mejor por la salud de nuestros ilustres gobernantes evitarles estos tragos tan dolorosos.
Como ven hay muchas ventajas. Eso han debido de pensar los ingleses que han suprimido el coche oficial exclusivo
incluso para los ministros ¿qué les parece? Si ellos pueden vivir sin coche oficial ¿no podrán hacerlo nuestros alcaldes, conselleiros, directores de hospitales y demás? Yo creo que, a poco que se esfuercen, podrían lograrlo.
Bueno, si quieren hacerse una idea de hasta qué punto llega nuestro estilo de nuevo rico en lo que a coches oficiales se refiere, échenle un
ojo a este enlace. Pero... si se han sulfurado leyendo lo que he escrito, entonces por su salud cardíaca, no se lo recomiendo!
Buen fin de semana!