lunes, 15 de marzo de 2010

¿Tenemos que cambiar el mundo?

En estos últimos días he leído varias coss que me llevan a pensar en la misma dirección. Y a plantearme si el progreso nos ha hecho más felices. Creo que sí. Como he dicho en días pasados, vivimos mucho mejor ahora que antes. Pero.... a veces una se cuestiona y se hace preguntas. ¿Tiene sentido que en sociedades ricas sea la obesidad un problema cuando millones de personas en el mundo pasan hambre? ¿es normal que la depresión sea la enfermedad del SXX en aquellas economías que gozan de los más altos niveles de riqueza, de la esperanza de vida más elevada y de mejores medios? ¿que millones de personas no encuentren sentido a su vida y caigan en la desesperación?



En este sentido me he encontrado el lunes con el artículo titulado Explotación remunerada
que da cuenta de una situación que viven algunas de las elites del país y que, desde luego, no parece ideal. Un trabajo que absorbe la práctica totalidad del día y que, a pesar de estar muy bien pagado, no satisface a los empleados. Al lado de esto he de decirles que conozco a profesionales de altísimo nivel que trabajan muchas horas al día, pero que encuentran una enorme satisfación en lo que hacen. Les respeto y admiro, pero no parece ser, a tenor de lo que dice el artículo, el caso de la mayoría.



He leído otro artículo que versa sobre la situación en el mundo 2010 y que aboga por un cambio cultural que nos haga transitar del consumismo a la sostenibilidad. También parece apuntar en la misma dirección Michel Camdessus , ex director del FMI que pide que se cambie el modelo de consumo y producción. Y lo pide, no sólo por cuestiones altruistas o de ideología, sino porque, los recursos no llegan. La producción de petróleo decae y... parece que el 50% de la población sufrirá estrés hídrico (es decir, falta de agua en román paladino) dentro de 40 años.

Parece que sí hay muchas voces que nos llevan a meditar sobre el modelo que hemos creado. Una crisis profunda como la actual puede aprovecharse para cambiar muchas cosas, y hacer grandes replanteamientos. Coincido con Michel Camdessus en que, en buena medida esta situación se ha derivado de la falta de ética en algunos dirigentes y líderes políticos, empresariales y sociales. Pero... no en todos.Cada vez estoy más convencida de que al lado de un puñado de golfos existe una mayoría de personas honestas, serias y honradas que se esfuerzan cada día en cumplir bien con sus obligaciones. Lo que pasa es que hablar de los golfos vende más, da más juego y... tiene mucho más morbo.

Por eso les dejo mis reflexiones para este largo fin de semana. ¿Debemos cambiar nuestro modelo productivo, lo cual equivale a decir, en parte nuestra escala de valores? ¿hacia dónde? ¿Tienen razón todas las voces que surgen o, al igual que parece quesucedía con el modelo anterior, los defensores del nuevo tienen intereses que les llevan a defenderlo a toda costa, sobrepasando lo que sería una visión objetiva?

No lo sé. Si tienen alguna luz sobre el asunto, les pido que la compartan conmigo.

Por cierto, muchas felicidades a todos los padres y a todos los Josés.



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