lunes, 8 de marzo de 2010

Siesta

A los que me conocen seguro que les extraña que dedique un post a la siesta, y, si se detienen a leerlo, les extrañará aún más su contenido. Yo no soy una defensora de la siesta. No me ha gustado nunca y de niña veía como una imposición eso de tener que irme a hacer que dormía a un cuarto oscuro. Quizá mi dificultad para conciliar el sueño, que me impide dormirme cuando quiero, tenga algo que ver con ello. Pero, es que he leído un artículo muy interesante en The Economist. a propósito de la siesta.

Resulta que que un grupo de investigadores de la Universidad de California han descubierto ventajas adicionales de la siesta. Aparte de reducir las probabilidades de morir de enfermedades del corazón, los siestaadictos tienen mejor memoria.Parece que hay dos tipos de memoria: la episódica y la procedimental. La primera es la que nos permite rcordar eventos, lugares y tiempos específicos. La segunda se refiere a las habilidades necesarias para desarrollar tareas mecánicas como conducir, por poner un ejemplo.

Según los expertos, la memoria episódica se satura al cabo de un tiempo. Los hechos que recuerda esta memoria permanecen de forma temporal en una parte del cerebro y luego se envían a otra para su almacenaje. Parece que la siesta ayuda a limpiar las zonas de almacenamiento temporal y así hacer sitio para nuevos datos, aumentando la capacidad de recordar nuevos episodios.

Pero, ojo, no vale cualquier siesta. Para que el fenómeno se produzca satisfactoriamente, es preciso que lleguemos al es necesario llegar a un estadio del sueño que llaman REM y que es cuando soñamos. Y... señores, llegar a ese estadio lleva tiempo. Se necesita una siesta de 90-100 minutos (vamos, como diría Cela, una siesta de pijama y orinal).

Pero, no es la duración el único requisito. No se debe "siestear" demasiado tarde porque interferiría con el descanso nocturno. Y.. no vale para todos. Hay gente que emerge de la siesta aturdida porque su cerebro despierta de un sueño profundo sin que su rtimo celular, temperatura o circulación sanguínea le acompañen. En esos casos, la siesta no refresca. Y este fenómeno se produce con mayor frecuencia entre los que no siesteamos.

Vamos, en definitiva, que, como casi todo en la vida, esto es también cuestión de práctica. Parece que canto más se practica la siesta, mejor se aprovechan sus beneficios. Ya saben, si se deciden a practicar siesting, piensen que en realizar una apuesta a largo plazo. De lo contrario, a lo mejor no merece la pena, intentarlo.

Buenas noches.



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