domingo, 14 de marzo de 2010

Progreso?


Siempre afirmo que me alegro de haber nacido en el SXX y en un país de Occidente. El progreso hace que la vida sea mucho más cómoda ahora que en los siglos precedentes (al menos en occidente). Es más, creo que los ciudadanos medios del SXXI vivimos con mayores comodidades que los monarcas de siglos anteriores. No me quiero ni imaginar el frío (y miedo) que debían pasar las reinas y princesas medievales en esos castillos tan fríos y húmedos. Y... me da la impresión que en 3 siglos las técnicas de construcción no progresaron mucho como para mejorar notablemente las condiciones de vida de las personas. Además, la libertad conquistada por el ciudadano medio hace que la vida sea mucho más plena para todos los estamentos sociales. Les contaré una anécdota.


A menudo camino de mi trabajo me topaba con el hombre más rico de España y el noveno más rico del mundo según la revista Forbes. Me imagino que si tal circunstancia se diese en cualquier siglo precedente (con la excepción del XX y tal vez, de parte del XIX) este hombre pasaría a galope tendido en un caballo (o carruaje) rodeado por un grupo de fieros jinetes que apartarían bruscamente o directamente derribarían a cualquier hombre "de a pie" que se cruzase en su camino. Sin embargo en el siglo XXI el hombre más rico de España detiene su coche ante un semáforo en rojo y espera pacientemente que la gente corriente como yo crucemos tranquilamente un semáforo. Obedece como todos las leyes y no exhibe símbolos externos que reflejen ostentación o denoten su posición en la escala social.


Les cuento todo esto porque soy una convencida del progreso. Por eso me entristecen sobremanera noticas como la aparecida recientemente en The Economist que bajo el título de "Gendercide" da cuenta de la matanza de millones (estiman que unos 100) de niñas en todo el mundo. Y lo más triste es que parece que con los avances científicos y el progreso de las sociedades, lejos de reducirse las cifras de muertes de niñas, sucede lo contrario. En China la proporción (o mejor dicho desproporción) de niños sobre niñas era de 108 a 100 para las generaciones nacidas a finales de los 80. En los años 2000 subió a 124/100. Y son todavía peores en las partes más modernas de China e India. Tres elementos juegan en contra de las niñas en estos lugares. En primer lugar la ancestral preferencia por niños, que, pese al progreso, parece que no se ha desvanecido. Segundo, la preferencia por familias más pequeñas. Y tercero, la disponibilidad de aparatos que permiten determinar el sexo de un feto. Como consecuencia de ellos, en todo el este asiático, los países de la antigua órbita soviética e incluso en partes de la sociedad americana, se incremente exponencialmente el número de abortos de niñas. Tanto que en algunas regiones el ratio niños/niñas llega al 200 vs 100 en el tercer hijo. Las cifras son suficientemente elocuentes como para no necesitar más explicaciones.


Todo ello me mueve a la reflexión. Defiendo firmemente el progreso. Ahora bien, tal vez los avances científicos y técnicos necesiten verse acompañados de madurez, educación y una evolución en la forma de ver la sociedad. Y... no estoy segura de que eso se produzca siempre. O... se me ocurre que, pese a nuestra a menudo apariencia racional, los seres humanos nos guiamos en gran medida por factores que en absoluto lo son. Puede ser que en las cosas fundamentales y realmente importantes de la vida, la presión de la sociedad y las costumbres en las que se desarrolló nuestra infancia, tengan más importancia de la que acertamos a reconocer.

Buena semana

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