Decía la adorable Audrey Hepbrn en " Desayuno con diamantes" que los días rojos son horribles. En esos días a ella lo único que le ayudaba era subir a un taxi e ir a Tiffany's . Hoy creo que tengo uno de esos días rojos. Suerte que desde este tren que recorre superficies interminables de planicie americana no parece haber ninguna joyería ( y menos Tiffany's) a la redonda.
Hoy la lluvia estropeo todo el día. Cayó con fuerza, saña y sin tregua desde mañana. Imposible encontrar un taxi, de modo que tuve que caminar media hora con un paraguas plegable y un impermeable por toda protección. Claramente insuficiente como demostró el hecho de que mi teléfono, pese a ir en el bolsillo, no pudo soportar tanta humedad y se estropeó. Mi propósito ( y para eso me habían reservado un billete ) era coger un autobús
para ir a una localidad que está a una hora y media. La parada, en plena calle, sin una marquesina, un muro o cualquier elemento que permitiese guarecerse un poco. Tras 20 minutos subí al autobús empapada. Hice equilibrios todo el viaje para maximizar el calor que desprendía la rendija de la calefacción en el suelo para tratar de secar mis empapados zapatos y tratar de resucitar el pobre teléfono. De aquí ya me fichan seguro para el Circo del Sol. La llegada a destino fue incluso más desoladora. Me dejaron en un descampado donde las marquesinas eran también una extravagancia desconocida. Mi sexto sentido me llevó a divisar un starbucks entre la cortina de agua. Me guarecí allí y los amables empleados llamaron a un taxi y lograron revivir mi teléfono. Es lo que tineen los millenials, la tecnología no tiene secretos y conocen todos los trucos.
Solucionados los problemas técnicos comencé a reflexionar en dos cosas
A) la dependencia que tenemos de la tecnología. Sin mi teléfono funcionando ( y eso que yo soy una persona precavida que suele hacer copias a mano) no tenía muy claro dónde debía dirigirme ni por quién preguntar. Habría sido una experiencia interesante, pero afortunadamente los del Starbucks tenían recursos para todo y encontraron modo de devolver mi teléfono a la vida.
B) un país que cuida tanto a sus animales que tiene cafeterías para ellos, peluquerías, platos especiales resguardados a la entrada de muchas tiendas, etc. ¿ cómo es posible que tenga tan malas condiciones para un servicio público? En España todo pueblo tiene un apeadero al menos con una techumbre. Y, antes de que los millones de los planes de la UE llegaran al territorio patrio, siempre había un bar que hacía los servicios de sala de espera, gestor de paquetes, oficina de información y fonda. No puedo entender que una ciudad como San Francisco, autorice que una compañía de autobuses opere desde una calle en medio de un descampado, con la gente esperando en línea sacudida por las inclemencias del tiempo. Y, de nuevo, los que más sufren son los más vulnerables. La mayoría de las personas en el autobús éramos extranjeros o ancianos, los que carecen de vehículo propio. Las cuestiones económicas y los números no deberían ser los únicos elementos a considerar.
El día no continuo mucho mejor, pero al menos encontré un restaurante donde tomarme una sopa calentita. Mi Program Officer, que es como mi ángel de la guarda, decidió que no iba a tenerme de noche esperando en un descampado y me reservó un billete de tren. He tenido que correr entre reuniones, para llegar al tren y no perderme en una ciudad desconocida. Pero no sabe Kari cuánto le agradezco que me haya dispensando de la espera contemplando las estrellas en un polígono industrial sin industrias, Y aquí estoy escribiendo mientras pasamos por Berkley. En la próxima estación tengo que bajarme y tomar un autobús. Mis pies siguen helados y no salgo de mi asombro mirando a la chica que tengo enfrente. Parece muy abrigada con su plumífero y la cabeza cubierta con una capucha de pelo pero va en chanclas!! Y yo muerta de frío.
Subo al autobús y me siento en primera fila para admirar el Bay Bridge iluminado ( después de todo, los días rojos tienen sus buenos momentos). Para mi asombro, el conductor ( en manga corta) lleva la ventana abierta. Desde luego aqui tienen otro termostato! Nos acercamos a San Francisco. No creo que Tiffanys me coincida en el camino, pero la habitación de mi hotel con lujos como calefacción y agua caliente me va a parecer igual de buena y segura!
Hoy la lluvia estropeo todo el día. Cayó con fuerza, saña y sin tregua desde mañana. Imposible encontrar un taxi, de modo que tuve que caminar media hora con un paraguas plegable y un impermeable por toda protección. Claramente insuficiente como demostró el hecho de que mi teléfono, pese a ir en el bolsillo, no pudo soportar tanta humedad y se estropeó. Mi propósito ( y para eso me habían reservado un billete ) era coger un autobús
para ir a una localidad que está a una hora y media. La parada, en plena calle, sin una marquesina, un muro o cualquier elemento que permitiese guarecerse un poco. Tras 20 minutos subí al autobús empapada. Hice equilibrios todo el viaje para maximizar el calor que desprendía la rendija de la calefacción en el suelo para tratar de secar mis empapados zapatos y tratar de resucitar el pobre teléfono. De aquí ya me fichan seguro para el Circo del Sol. La llegada a destino fue incluso más desoladora. Me dejaron en un descampado donde las marquesinas eran también una extravagancia desconocida. Mi sexto sentido me llevó a divisar un starbucks entre la cortina de agua. Me guarecí allí y los amables empleados llamaron a un taxi y lograron revivir mi teléfono. Es lo que tineen los millenials, la tecnología no tiene secretos y conocen todos los trucos.
Solucionados los problemas técnicos comencé a reflexionar en dos cosas
A) la dependencia que tenemos de la tecnología. Sin mi teléfono funcionando ( y eso que yo soy una persona precavida que suele hacer copias a mano) no tenía muy claro dónde debía dirigirme ni por quién preguntar. Habría sido una experiencia interesante, pero afortunadamente los del Starbucks tenían recursos para todo y encontraron modo de devolver mi teléfono a la vida.
B) un país que cuida tanto a sus animales que tiene cafeterías para ellos, peluquerías, platos especiales resguardados a la entrada de muchas tiendas, etc. ¿ cómo es posible que tenga tan malas condiciones para un servicio público? En España todo pueblo tiene un apeadero al menos con una techumbre. Y, antes de que los millones de los planes de la UE llegaran al territorio patrio, siempre había un bar que hacía los servicios de sala de espera, gestor de paquetes, oficina de información y fonda. No puedo entender que una ciudad como San Francisco, autorice que una compañía de autobuses opere desde una calle en medio de un descampado, con la gente esperando en línea sacudida por las inclemencias del tiempo. Y, de nuevo, los que más sufren son los más vulnerables. La mayoría de las personas en el autobús éramos extranjeros o ancianos, los que carecen de vehículo propio. Las cuestiones económicas y los números no deberían ser los únicos elementos a considerar.
El día no continuo mucho mejor, pero al menos encontré un restaurante donde tomarme una sopa calentita. Mi Program Officer, que es como mi ángel de la guarda, decidió que no iba a tenerme de noche esperando en un descampado y me reservó un billete de tren. He tenido que correr entre reuniones, para llegar al tren y no perderme en una ciudad desconocida. Pero no sabe Kari cuánto le agradezco que me haya dispensando de la espera contemplando las estrellas en un polígono industrial sin industrias, Y aquí estoy escribiendo mientras pasamos por Berkley. En la próxima estación tengo que bajarme y tomar un autobús. Mis pies siguen helados y no salgo de mi asombro mirando a la chica que tengo enfrente. Parece muy abrigada con su plumífero y la cabeza cubierta con una capucha de pelo pero va en chanclas!! Y yo muerta de frío.
Subo al autobús y me siento en primera fila para admirar el Bay Bridge iluminado ( después de todo, los días rojos tienen sus buenos momentos). Para mi asombro, el conductor ( en manga corta) lleva la ventana abierta. Desde luego aqui tienen otro termostato! Nos acercamos a San Francisco. No creo que Tiffanys me coincida en el camino, pero la habitación de mi hotel con lujos como calefacción y agua caliente me va a parecer igual de buena y segura!
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