sábado, 31 de octubre de 2015

Mis reflexiones acerca del International Women's Forum

Escribo sentada en el avión que me lleva de Boston a Phoenix, Arizona. Dejo Boston con un sol radiante y la vista de todos los bosques con sus tonos otoñales es realmente espectacular. Es un vuelo largo y antes de salir compré una hamburguesa de carne de cangrejo en el "Legal Sea Foods" restaurant ( curioso nombre) que está junto a la puerta de embarque. A mitad de vuelo me la comeré. Entro de las primeras en el avión pues mi equipaje de mano ha aumentado notablemente en volumen y peso. Muchas de las personas con las que me he entrevistado me han regalado libros, artículos e informes que ocupan  en mi maleta casi tanto como la ropa. ¡ Y desde luego pesan mucho más! Es un problema que tengo. No sé decir que no cuando alguien me ofrece un libro!

Mientras comienzo a escribir el piloto nos saluda y desgrana los estados que sobre volaremos:  Illinois, Ohio, Indiana, Montana, Kansas, Colorado, Nuevo México..... ¡ Mejor tomárselo con calma !  De todos modos, confieso que me estoy acostumbrando a estos vuelos largos que me sirven para leer, escribir, pensar y reflexionar. ¡ ojalá pudiese aprovecharlos para dormir, pero eso nunca se me ha dado bien!

He tenido una semana intensa en esta meca del conocimiento que es Boston. Los tres primeros días los he pasado fundamentalmente en reuniones con profesores del MIT y Harvard. También he tenido tiempo de comer en el Faculty Room de la universidad de Bentley con Betsy Myers y Dave Eaton. Aprendí sobre la diferencia entre " mission" y "purpose" y salieron a relucir diversas situaciones anecdóticas que nos encontramos aún a veces las mujeres en el entorno de trabajo. Igualmente tuve ocasión de conocer con mi compañero de Columbia, Craig McCurley, cómo funciona la oficina del Tesoro ( así se llama) de Harvard. También aproveche para visitar a los responsables de las oficinas de transferencia de tecnología de MIT. ¡ he cruzado el río Charles unas cuantas veces! ¡ y he estado también unas cuantas veces ( tres) en el " Top of the hub" del edificio Prudential! Las vistas desde allí son espectaculares y los amigos ( los que he aprovechado para visitar y los nuevos que he hecho) han querido agasajarme con cenas en el lugar con mejores vistas de la cuidad. ¡ desde luego soy afortunada!

Los últimos dos días he estado centrada en el International Women's Forum al que he sido invitada. Durante el encuentro más de 800 mujeres de todo el mundo  se reúnen para reflexionar sobre temas que son importantes para el futuro de la humanidad. Son mujeres que han tenido unas carreras muy destacadas en el sector público, en empresas, en organizaciones sin ánimo de lucro o como empresarias. Las ponencias versan sobre temas tan diversos como las fuentes de energía, el cambio climático, la salud, las nuevas tendencias en educación o la innovación en el mundo financiero. Los ponentes son de primer nivel ( muchos de MIT, Harvard o alguna de las
otras universidades de la zona) y al conocimiento de la materia, unen una puesta en escena maravillosa que permite captar la atención de los no iniciados. El auditorio lo forman estas 800 mujeres. Algunas acuden acompañadas de sus maridos quienes, si quieren, pueden asistir a las conferencias y no necesitan conformarse con el programa paralelo de los cónyuges.  Son mujeres muy senior y por lo general de edad más elevada de la que suelo encontrarme en reuniones. Me sorprenden su curiosidad, su energía, su vitalidad y sus ganas de aprender. Algunas se ayudan de bastones, sillas de ruedas, o incluso sus nietas, pero no por ello pierden el interés. Hablando con ellas, me quedo maravillada con sus historias y su destreza en el uso de las nuevas tecnologías independientemente de su edad. ¡ ojalá yo envejezca así, interesada en todo lo que sucede a mi alrededor!

El grupo de españolas, una de las cuales tuvo la gentileza de invitarme, es de primer nivel. Pertenecen a ese reducido grupo mujeres que, a menudo, aparecen en la prensa económica. A algunas ya las conocía personalmente, a otras por amigos comunes, era seguidora en las redes sociales de otras, y, finalmente, a algunas no las conocía. En todos los casos ha sido una suerte compartir estos días con ellas. Hemos hablado de cosas serias, por lo general con ese aderezo de ironía que la inteligencia es capaz de añadir con total naturalidad, y también de esas cosas más triviales que ayudan a tejer lazos entre los seres humanos. Se han preocupado de explicarme cómo funcionan las cosas en estas reuniones y, siendo amigas de hace años, me han abierto su grupo.  Gracias. 

De todas las ponencias ha habido dos que me han interesado especialmente. Una de ellas versaba sobre la innovación en el ámbito financiero. Una académica, una ex directora de la Reserva Federal y una emprendedora inciden sobre todo en los nuevos  instrumentos financieros, como los bonos de impacto social, en los que participan instituciones públicas, inversores y ONGs. También hablan del papel clave de la mujer en las finanzas, ya sea como ahorradora o como receptora de fondos, para lograr una mayor inclusión financiera y social en los países en vías de desarrollo.  El congreso de la semana pasada en Seattle versó sobre temas de financianción encauzada al ámbito social por lo que los temas no me sorprendieron tanto. Si, en cambio, me sorprendió escuchar a una antigua supervisora hablar, de nuevo ( la segunda persona relacionada con la supervisión en un mes) sobre la necesidad de no sobreregular a determinadas instituciones financieras mientras otras prácticas ( banca en la sombra ) se desarrollan sin el mismo nivel de protección.  De nuevo se habló de los Millenials y su énfasis en cuestiones sociales y su poco entusiasmo hacia las instituciones financieras, a las que plantearán nuevos retos y exigencias que éstas deberán atender. Claro que yo aquí tengo mis dudas, y me pregunto si los Millenials y los baby boomers no son mucho más similares de lo que parece. A fin de cuentas, ¿ no tenían una elevada conciencia social y una determinación total para cambiar el mundo  los que vivieron en el 68? 

Pero, sin duda, la conferencia en la que me he emocionado más fue la centrada en educación. La presidenta emérita del MIT, la Consejera Delegada de EdX y una de las productoras de PBS, disertaron sobre el futuro de la educación. Se habló mucho de los MOOCs ( Massive on Line Open courses ) y como ayudaban a mejorar los niveles de formación para gente que de otro modo ( por cuestiones geográficas o económicas ) no podría acceder a determinados programas. Ahora bien, aunque tienen grandes ventajas ( yo misma como estudiante de MOOCS he podido comprobarlo ) y ayudan a la democratización de la educación, nos recordaron que los MOOCs no van a solucionar el problema del acceso igualitario a la educación. En primer lugar porque los MOOCs se centran en estadios educativos avanzados, cuando, o bien ya la semilla del aprendizaje y la curiosidad ha prendido, o de lo contrario, poco se puede hacer. Es difícil que la mera existencia de MOOCs despierte las ganas de formarse y
aprender en una persona. Es en los primeros años de vida donde se sientan las bases del aprendizaje, de la disciplina, del esfuerzo asociado al estudio y de la estructura mental sobre la que luego vamos construyendo la capacidad de entender la realidad, solucionar los problemas o elaborar razonamientos abstractos. Además, señalan los expertos, el aprendizaje más importante, duradero y decisivo se adquiere de personas, en especial de padres y profesores ( fundamentalmente los de los primeros años). Imposible aquí no acordarme de mis padres y de mi primera profesora. 

Para mis progenitores la educación ha sido siempre prioritaria y se han esforzado para que sus hijas no sintiesen límites en este sentido y pudiesen acceder a los estudios y centros que consideraban mejores. Siempre tuvieron muy clara la importancia de los idiomas, de las artes (aunque pese a los empeños de mi padre por darnos una buena educación musical, hay cosas en las que si Natura no da, Salamanca tiene poco que hacer) y del espíritu. También con gratitud y cariño me acordé de mi profesora de párvulos, Doña Maruchi ( ya la forma en cómo nos dirigíamos a ella refleja una mezcla de cariño y respeto que, creo, ha sido una constante en los que pasamos por sus aulas). Doña Maruchi era capaz de manejar una clase nutrida de personajillos de edades entre 3 y 6 años y mantenernos ocupados, entretenidos y atentos con actividades adecuadas para cada edad. ¡ enseñanza customizada en un tiempo en el que ni había ordenadores ni internet ni se les esperaba!  Y es más, aprendíamos a decir con soltura palabras tan difíciles como franelógrafo ( me ha costado tes intentos hasta que el corrector ortográfico la ha admitido). Pero sobre todo, era una persona amable y atenta a los detalles y que hizo que ir al colegio y aprender se convirtiese en una actividad alegre, interesante y amena. Gracias Doña Maruchi ( que representa a muchos otros profesores que he tenido en mi vida ), Gracias Mamá, gracias Papá.

Volviendo a la sesión de formación del International Women's Forum, en lo que todos estaban de acuerdo es en que es necesario democratizar la  formación y hacerla más inclusiva, ya que sin educación no hay innovación. Y, además una nación que quiere tener paz social y libertad necesita una población educada, tal y como dice la inscripción en la biblioteca de Boston: " The Commonwealth requires the education of the people as a safeguard of order and Liberty " ( La Commonwealth necesita de la educación de la gente como garantía del orden y la libertad) .  Y en esto los MOOCs ayudan. En apenas tres años de vida han cursado los MOOCs del MIT más gente de la que ha pasado por las aulas de dicha universidad en toda su historia. Claro que, para ser de verdad una ayuda en la democratización de la educación, es necesaria una conexión a internet universal y de alta velocidad. De lo contrario, podríamos encontrarnos, como apuntaba en mi último post, que la tecnología crea una nueva forma de discriminacion.

El piloto avisa de que desde el lado derecho del avión, se ven las cataratas del Niagara. ¡ Mala suerte, estoy sentada del lado izquierdo! Creo que después de dar las gracias a mis amigos, a mis compañeras del congreso, a mis padres y a mis profesores, representados en este caso por Doña Maruchi, va a ser hora de descubrir las delicatessen que el restaurante del aeropuerto me ha preparado. Y, mientras abro la caja pienso que, si algún día llego a ser una anciana inquieta, vital, curiosa y ávida de estar al tanto del devenir del mundo, como las que me he encontrado estos días, probablemente se deberá a la impronta que en los primeros años de mi vida dejaron mis padres y mis profesores. 

viernes, 30 de octubre de 2015

¿Tecnología integradora o discriminadora?

Primer día gris de mi itinerario. Hoy que tengo una recepción en la que el tacón es obligatorio, va y se pone a llover.

Escribo sentada ante un gran ventanal cercano a Harvard Square. Las hojas de los árboles muestran sus mejores colores : amarillo, ocre, rosado intenso... ( nunca azul como dice mi madre) antes de caer y desparecer bajo los zapatos de algún transeúnte, la escoba de algún barrendero, o, lo más probable, la aspiración de alguna máquina moderna. Como fondo, el color rojizo de los edificios de ladrillo que dan a la zona una armonía y un sentido de conjunto. Ayer paseando en el campus de Bentley y a lo largo del río Charles los árboles mostraban también su mejor color brillando bajo un sol que no lograba mitigar el frío que provocaba una temperatura de 7 grados.

Hace 17 años estuve por primera vez aquí. Tengo muy buenos recuerdos de aquel encuentro con los amigos que estudiaban en la Harvard Business School. Creo que aquí fue donde probé por primera vez el sushi. A pesar del mal rato que pase intentando manejar unos díscolos palillos, me convertí en una fan. A día de hoy sushi y chocolate negro compiten por el primer puesto en mis preferencias gastronómicas. Claro que, no son excluyentes, sino todo lo contrario. Forman un complemento perfecto. 

Poco a poco la tarde va cayendo y la lluvia va arreciendo. Los tonos se difuminan conforme la luz cae y el manto grisáceo de la lluvia se hace más presente. Los colores se hacen menos brillantes, el ocre es menos ocre, el amarillo menos intenso y los ladrillos pasan de rojo a un tono más cercano al marrón. Las tardes lluviosas, si se está frente a una ventana y con un té, aunque sea en un hotel funcional, y no en una chimenea frente al fuego, son adecuadas para la reflexión.

Así que vuelvo sobre las notas en mi iPad que acumula ideas desgranadas en más de 60 conversaciones sobre filantropía, innovación, transferencia de tecnología y tendencias sociales. Construir redes diversas en términos de las mentes, las actitudes y las experiencias de sus componentes es una de los elementos que salen

continuamente en las conversaciones.

La otra es, la tecnología. La tecnología hará un mundo muy diferente, más cómodo y fácil en general. Dos reflexiones vienen a mi cabeza. Tal vez estemos supravalorando lo  efectos de la tecnología en el corto plazo, pero infraestimándolos en el largo plazo. Estoy encantada con Uber. Es cómodo, seguro y barato. Ahora bien para tener acceso al servicio es necesaria una conexión a internet, un teléfono inteligente, un correo electrónico y una tarjeta de crédito. Si Uber fuese el único servicio de taxi disponible, habría mucha gente que no podría tener acceso al mismo. Extranjeros sin conexión de datos, personas sin acceso al crédito o personas mayores que no son capaces de entender la tecnología o que carecen ya de la destreza suficiente para operar con los smartphones. Es importante que con la tecnología no creemos una nueva forma de discriminación. No me gustaría que nuestros mayores, los extranjeros u otros grupos se encontrasen sin quererlo aislados por una tecnología que, irónicamente, ayude a aumentar la conexión en el mundo, Creo que existe un valor en preservar también métodos tradicionales para hacer las cosas. Más eficientes, más seguros, más accesibles, pero existe para mí un valor en ofrecer a todo el mundo la posibilidad de elegir. 

La otra reflexión que lleva cruzando mi cabeza estos días tiene que ver con la privacidad. Son maravillosas las posibilidades que la tecnología nos ofrece en ámbitos como el medio ambiente, la salud, la nutrición, la movilidad y otros de los grandes desafíos de la humanidad. Sería magnífico que el historial médico de cada uno de nosotros estuviese accesible de forma universal. En caso de enfermedad o accidente, nuestro DNI, una muestra de sangre o nuestra huella podrían permitir al médico conocer todo nuestro pasado. Es estupendo que el conductor de Uber que va a venir a buscarme en un rato y yo sepamos que está atascado en un semáforo y que por tanto, en lugar de cinco, le va a llevar diez minutos.  Ahora bien, ello supone que compartimos datos de ubicación, salud, consumo, comida, gustos para nuestro tiempo libre, etc. Datos que pueden ser usados para el bien pero que plantean riesgos. ¿Quién es el dueño de los datos? ¿Cómo deben ser utilizados? ¿ Dónde se almacenan? ¿Cada cuanto tiempo deben ser eliminados?  Tengo la impresión de que existe un rol muy importante para el gobierno ( o mejor dicho el conjunto de los gobiernos) en relación con este libertario y fluido mundo de internet. 

Sigue lloviendo. Mi conductor ha llegado. Subo y marcho a la recepción pensando sobre estas cuestiones y disfrutando, por el momento, de su lado bueno. 



lunes, 26 de octubre de 2015

Asleep in Seattle


Acabo de regresar de Seattle, una ciudad de la que no esperaba mucho y, que, como sucede a menudo me ha causado una buena impresión. Esperaba lluvia y no hubo. Esperaba tiempo gris, y tuve sol. Esperaba soledad y
me reencontré con amigos que estuvieron pendientes de mi haciéndome sentir en casa.Esperaba tonos aburridos y encontré color en el jardín de cristal, en el auditorio, en las esculturas en la calle y en la magnífica biblioteca de Rem Koolhas. Esperaba una ciudad anodina y encontré edificios dignos de mención, como el Space Needle y todos los que le acompañan en el parque o en el campus de la Fundación Gates. Esperaba simplemente alimentarme y no comer, y realmente estuve en tres restaurantes magníficos. 

Otras cosas si las esperaba, como el dinamismo y la modernidad de la Fundación Bill y Melinda Gates. También aquí hubo lugar para la sorpresa cuando repetidamente sus responsables de programas me comentaron que necesitan alianzas que ellos no pueden actuar solos. ¡Increíble manifestación viniendo de la mayor fundación del mundo con más de 40.000 millones de dólares de patrimonio! Y realmente durante uno de los eventos en la
Fundación para celebrar la erradicación de la polio en África, pues tras ser eliminada de Nigeria, solo quedan dos países en el mundo con la enfermedad (Afganisgan y Pakistán) pude comprobar cómo se cedía el protagonismo a otras organizaciones. Pensé en todos los esfuerzos que han hecho distintas personas para erradicar enfermedades  llevando vacunas en burro, a pie o en moto a lugares insospechados. Pensé en la felicidad que sienten padres en lugares muy alejados del mundo al ver que con la vacuna sus hijos pueden librarse de tal enfermedad. También en el dilema que presentan aquellos padres que no quieren vacunar a sus hijos por cuestiones morales. De hecho, el estado de Washington es la zona de EE.UU. donde hay más personas contrarias a la vacuna. Ironías del destino!

¡También esperaba ver a gente muy moderna y tecnológica y, no quede defraudada. Si ya era la reina del hotspot, ahora soy la reina de Uber!

Lo reconozco, no había hecho los deberes y por eso la impresión ha sido tan buena. Claro que el crecimiento de grandes empresas que tienen aquí su sede como Amazon, Microsoft o Starbucks ha generado una prosperidad tremenda que se nota en todas partes (Máximo esta semana en la que las acciones de las compañías tecnológicas han subido de forma importante). El paisaje que rodea a la ciudad es espectacular y desde lo alto del Space Neeedle se ve el
olcán Mount Rainier (nombre descriptivo por si solo) y los fiordos y lagos que se arremolinan alrededor del puerto. Tanta agua puede confundir un poco. De hecho, un día paseando y metida en mis pensamientos, me desorienté y  me acordé de los turistas despistados que caminan por La Coruña y que se preguntan dónde esta el mar. Paré a una persona por la calle para que me ayudase. Era media tarde y la respuesta fue de lo más clara. ¿El mar? Al oeste, siempre al oeste. ¡Como en Galicia!, pensé. 

Y las similitudes no acaban ahí. Hay muy buen pescado y marisco ( cada vez más pulpo según me dicen mis amigos) y la temperatura se parece. Lo que no es como en Galicia son los horarios. Se come muy temprano ( 11:45 algún día) y se cena muy pronto, lo cual no me disgusta en absoluto. También difiere de mi tierra en las horas de sol. En Galicia nos quejamos de las nubes, la niebla, etc.  pero en Seattle mucha gente tiene que tomar complementos de Vitamina D por el poco sol que reciben.

Y... lo mejor de todo, pude descansar divinamente. Las camas del hotel eran realmente cómodas. Ironías del destino identificaba la ciudad con la película "Sleepless in Seattle" (que en España tradujeron por "Algo para recordar") y yo realmente allí dormí a pierna suelta. 

Ciao Seattle.

jueves, 22 de octubre de 2015

Exuberancia normativa

No, no me estoy refiriendo a la fiebre ( algún amigo mío emplea otra palabra) regulatoria que le ha entrado a los supervisores, especialmente en materia bancaria en los últimos tiempos. No. Me refiero a las normas que una se encuentra continuamente por la ciudad de NY. Supongo que todas tienen una razón de ser, pero a veces esto se vuelve "pesadin". Algunos ejemplos de estos días
  1. En la sofisticada cafetería del Whitney Museum ( donde por cierto el café cuesta 7 dólares) no le dejan a una tomar café si no está adecuadamente sentada en una silla. No es que tomen medidas contra esa costumbre de ir paseando con los cafés en la mano, con el consiguiente riesgo para los transeúntes ( riesgo que aumenta en un museo donde la gente cansada de pasear por las salas se mueve desorientada). Que va! Poner la taza en la barra del bar ( elemento que parece de una solidez y estabilidad adecuada para la tarea ) tampoco sirve. Es necesario tener silla ( incluso en la barra ). Si no hay silla, no hay café. ¡ ay como sufrirían los dueños de muchos bares de España con normas como esta!
  2. Sigamos con los museos ( lugares con tendencia s la imposición de normas donde los haya). Visite la Neue Gallery ( un museo delicioso dedicado al arte austriaco y aleman de principios del SXX y que cuenta con el magnífico retrato de Adele Bloch-Brauer pintado por Klimt y que merece por si un post) un día de muchísimo frío, alrededor de cuatro grados. En el museo hacía calor así que mientras atendía las explicaciones de la guía, me quite el abrigo y lo sostuve en el brazo. Un empleado surgió como un resorte de su disimulada posición junto a la pared y me dijo que no podía tener el abrigo en la mano. Tenía dos opciones. La primera, ponerme el abrigo, aún a riesgo de tener que llamar a los servicios de urgencia por asfixia. La segunda, atarmelo a la cintura por encima de todos los jerséis, chaquetas y bufandas ( prenda cuyo porte en la mano también estaba prohibido) que había acumulado sobre mi cuerpo con el fin de protegerme del frío. Visto, lo que cuestan y lo complicados que son los servicios médico en este país, opte por la segunda opción. Durante el resto de la visita fui arrastrando mi abrigo ( con algún pequeño percance cuando algún otro visitante pisaba mi atuendo) por todas las estancias. ¡ pocas veces los suelos de la Neue Gallery estuvieron tan limpios!
  3. Volvamos a los cafés. Ayer cené en uno de estos restaurantes del Soho con mesas diminutas en las que, además de los cubiertos y platos, se empeñan en encajar un ramito de flores y todo un set de saleros, pimenteros y otros envases de condimentos de tamaño nada desdeñable. Venía cargada tras todo el día con abrigo, bufanda, ordenador , bolso, libros ..... Era temprano ( me encanta esta costumbre tan anti española de cenar temprano) y el lugar solo tenía dos mesas ocupadas. Así que acerqué una silla vacía de una mesa contigua, también vacía, para colocar en ella todos mis pertrechos. No way. Enseguida me dijeron que no podía hacer eso. Esta vez la excusa era una cierta normativa de incendios. Así que, como pude, fui colgando en la silla todos mis bártulos ( parecía un árbol de Navidad) y tuve buen cuidado de no levantarme. Si lo hiciese el peso de mis útiles habría provocado la desestabilización del asiento y, además del caos que crearía, seguro que infringía alguna norma.
  4. Sigo con cafeterías. Un día de esta semana desayuné en uno de los puestecilllos del Sony Center. Me acomodé como pude ( de nuevo con todos mis pertrechos) en una de las mesas al lado de homeless, ejecutivos concentrados en sus pantallas, y gente que simplemente leía el periódico.
    Sobre la mesa, un cartel blanco. Ilusa de mi, pensé que era el menú (raro, pues había tenido que comprar mi desayuno en uno de los puestos y regresar a la mesa haciendo equilibrios con el café, el bagel y todo mi equipamiento). Que va! Eran las normas de conducta del Sony Plaza, que, entre otras cosas, prohíben generar condiciones que puedan suponer un riesgo a la salud o la seguridad de los demás o que les puedan molestar. Por lo menos, aquí las cosas están claras. Eso sí, puse mi teléfono en silencio, no fuese a infringir las normas por una llamada inoportuna.
  5. Y finalmente, los aeropuertos, otros lugares proclives a la exhuberancia normativa. Hoy el aeropuerto estaba atestado de gente y al pasar el control de seguridad entré en esa cápsula de seguridad digna de una película espacial. La cosa ya empezó mal porque no puse los pies en el lugar exacto. Después de tantos años aprendiendo modales, me traicionó la costumbre y mantuve mis piernas más próximas de lo que a la capsulita le gusta. Cuando ya me coloqué bien, me hicieron un segundo examen y sonó un pitido ya que la dichosa cápsula detectó algo raro en mi cuerpo. Comenzaron a mirarme todos los agentes y me dijeron que tenía que pasar a una cámara privada. Un poco indignada, pero disimulando, les dije que quien se hacía cargo de mis cosas. Me contestaron que ellos y me pidieron que les indicase cuales eran. En un gesto intuitivo toqué una de las tres bandejas. Grave infracción. Una agente que me doblaba en tamaño me dijo que, en el estado de semi detención en que me encontraba, tenía absolutamente prohibido tocar nada. Me asusté un poco y decidí que, ante tan mal tiempo había que poner muy buena cara. El cuarto privado seguía  ocupado y allí estaba yo descalza en el medio de la terminal. ¡Qué ironía que en un país en el que en las puertas de muchos edificios hay desinfectante para las manos, te tengas que pasear descalza por el aeropuerto! Pero claro, eso es en los edificios de Madison Avenue y yo ahora era una semi detenida. En este estado creí prudente no compartir mis reflexiones con mi agente armario! La cámara seguía ocupada y, viendo mi cara de prisa, la agente me dio la opción de " proceder con el registro exhaustivo" allí mismo. Vista la hora que era, decidí que era mejor evitar cualquier demora y pasar de convencionalismos. Por fin se convencieron de que no transportaba droga ni nada, tan solo algún dinero en un bolsillo del pantalón y me dejaron ir. Allí estaba yo, descalza y haciendo malabares con las bandejas, cuando por fin salieron de la cámara. Abrí los ojos como platos al ver que sacaban a dos hombres jóvenes esposados de pies y manos! De nuevo, parecía ser yo la única asombrada. 
Supongo que todas estas normas tienen alguna justificación fundada que explica su origen. Ahora bien, su aplicación ciega, independientemente de las circunstancias, puede dar lugar a situaciones absurdas.  Aunque, también entiendo que, cuando hay que gestionar grandes masas de gente, la flexibilidad puede ser un problema de cara a la eficiencia. Y... A eficiencia nadie les gana! El embarque del avión se hizo en un tiempo récord y sin prisas ni agobios. ¡Me quito el sombrero!

Por cierto, hablando de sombreros, los dos hombres que salieron esposados del cuartito, tuvieron la templanza de pedir a una mujer que les esperaba que les colocase sus sombreros tejanos en la cabeza. Cosa que hizo y así de ufanos ( aunque con alguna dificultad a causa de las esposas de los pies ) siguieron caminando por la terminal rodeados de guardias. De nuevo, sólo yo prestaba atención. Me pregunto ¿ será que estoy viendo una película y no me entero?

lunes, 19 de octubre de 2015

Experiencias de fin de semana


Escribo desde el remanso de paz que brinda Bryant Park a apenas dos manzanas de la ruidosa Times Square.  Encuentro cobijo en la extensión del Bryant Park Grill y me sientan en una especie de carpa invernadero donde la luz del sol se cuela por paredes y techo, lo cual se agradece. Cuando esta



mañana salí en busca de mi ración diaria de cafeína hacía frío. Menos mal que tenia a mano el gorro de pelo que mi hermana, siempre al tanto de la moda, me regaló hace casi un año. 

Eché un ojo a Uniqlo pero los ultra light down me parecen demasiado light y poco down para lo que necesito.  Como siempre la tienda me divierte. Maniquíes que suben y bajan y música, mucha música. De hecho,  lo único que me molesta en este espacioso y agradable café en el que lo mismo tienen sitio árboles, lámparas que pajarillos es de nuevo la música. He descubierto que ponerme los auriculares del teléfono mientras camino es una magnífica forma de mitigar el ruido de la calle.  Pido el brunch, con café por favor, y mirando a mi alrededor me doy cuenta de que abundan más los cocktails que los cafés. Y aún no son las 12 de la mañana!


El fin de semana está lleno de experiencias. A fin de cuentas que es la vida sino una colección de experiencias entrelazadas. La visita a la Fundación Ford el viernes interesante tanto en el contenido como en la puesta en escena. El edificio es espectacular con un gran patio acristalado de unos ocho o nueve pisos con una estética setentera que a mi particularmente, me hace gracia. La cafetería y el comedor también denotan esta estética.


Están a punto de renovar el edificio. Espero que no sucumban totalmente a los cánones  imperantes. Aparte de la visita oficial tengo ocasión de conversar con Vicente, un ordenanza ( seguro que en EEUU tienen un título más aparente para este puesto) ecuatoriano encantador que ha conocido a tres generaciones de Ford y que, intuyo, es una fuerza viva y toda una institución en la institución. Al terminar me siento un rato en el hall a admirar el edificio desde otra perspectiva. Pienso en mi abuelo y mi padrino que trabajaron para la Ford Motor Company aqui en EE.UU. hace unos 90 años. El recepcionista, un señor mayor y sonriente,saluda a todo el mundo deseándole buen fin de semana. Un empleado protesta porque tiene que trabajar hasta las ocho.¡Eso en España no se consideraría tan grave!

Ceno con una amiga a la que hace tiempo que no veo. Agradezco que haya elegido un restaurante con mesas amplias de modo que no es necesario compartir la conversación con la mesa de al lado. Y sobre todo, agradezco que sea un lugar tranquilo y sin ruido! Es curioso, hay gente con la que la conversación fluye a pesar del tiempo. Y en este viaje me estoy reencontrando con muchos amigos con los que eso sucede.¡una suerte!

El sábado es una mezcla muy interesante. Comienzo con un brunch en el Meatpacking district. Un lugar tan trendy ahora y tan poco recomendable, especialmente para una dama, hace unos años.  Lo que inicialmente iba a ser una comida de dos termina convirtiéndose en una reunión de antiguos compañeros y amigos. Los camareros de Barbuto se ponen nerviosos con esa mesa que no para de crecer y que no se va. Al final, se rinden a la realidad y, como el café está ya más vacío, nos permiten ir moviéndonos de mesa en mesa para estar más cómodos. La conversación fluye y tan unas horas tenemos tiempo de repasar  los últimos 17 años, tratar temas personales, profesionales, políticos y hasta tener una breve introducción a las nuevas tendencias de coaching. 

El nuevo Whitney está a solo unas manzanas y no hay que perder ocasión. Es un edificio muy llamativo de Renzo Piano. Esta atestado de gente. La terraza brinda unas vistas estupendas de Chelsea y el High Line cuyos árboles se ven diminutos desde arriba. La luz de la tarde de otoño arranca colores precioso y la japonesa que hay en mí no se resiste! Todo el edificio es de un diseño muy llamativo, techos en zig zag con una especie de cortinas/velas que, intuyo tiene que ver con los edificios inteligentes y energéticamente eficientes, ascensores de una decoración llamativa. Mi amiga Yolanda está entusiasmada y yo, aunque menor conocimiento de causa, también. El entusiasmo, no obstante, se me pasa cuando intento lavarme los dientes con estos grifos tan inteligentes. ¡Toda una odisea digna de los contorsionistas del Circo del Sol! Lo que realmente me admira tanto el hecho de que el camarero nos ordena que tomemos el café sentadas. Estamos en la barra de pie y eso tampoco vale. Tenemos que sentarnos. No discutimos y obedecemos si rechistar como en el cole.

Me reencuentro con parte de las pinturas del viejo Whitney como las banderas de Jasper Jones y descubro cosas nuevas. La muestra de Archibald Motley es una revelación. No conocía a este artista que tan bien retrata los ambientes afroamericanos de los 40 y  50. Me gustan los colores.

Igual que me gusta la luz que se cuela por los ventanales del edificio en contraste con las esculturas que están una planta más abajo. Magnifico el edificio y la colección.


 No obstante, estoy algo decepcionada pues no he visto nada excesivamente loco. Pero, ¡el Whitney nunca decepciona! Cuando ya nos vamos en la planta baja una composición en la que se mezclan grandes telas de seda, ventiladores, farolillos, luces de neón, fuentes, luces....Gracias que Jaded Madere, que así se llama el artista, viene en mi auxilio.

Hoy tenemos una cena en un club privado de artistas ( artistas a los que les va muy bien por lo que descubriré ) al que solo se puede acceder si se es miembro. Tengo la suerte de tener amigos muy variados que me tratan muy bien. Tenemos un rato y nos paseamos por la zona. De los almacenes de carne de hace apenas unos años hemos pasado a las tiendas más exclusivas. Eso sí las calles siguen con sus adoquines y su pobre asfaltado. No sé cómo las chicas que caminan por mi lado volando sobre tacones altísimos no de tuercen un tobillo. 

Decidimos  darnos un poco a la superficialidad y tiendeamos. Me llaman especialmente la atención las tiendas de cosmetica. En la misma nave en la que hace una década se alineaban las piezas de carne hoy hay un Lash Bar ( bar de pestañas) con un surtido de lo más variado y llamativo. Una podría salir de aquí con unas pestañas que reproducen la cola de un pavo real!  ¿ no quería yo algo loco? Pues toma excentricidad Pensamos que sería bueno acicalarse para la cena y hacemos uso de los servicios gratuitos de una de las tiendas de cosmética de la zona. La artista ( así llaman en estas tiendas a los maquilladores) adivina a la primera que no tenemos intención de comprar y nos dice que solo puede hacernos un maquillaje parcial. Cogemos el menú de servicios y tenemos que tomar la trascendental decisión de elegir entre maquillaje base, pómulos, parte alta de los ojos, parte baja, pestañas ( después de lo que he visto, ni me atrevo )...Me intimida el arsenal de pinceles que atesora la artista y que exhibe ante mi. El resultado está bien, pero como ya nos advirtió, no esperemos milagros!

Caminamos al club de la cena que, casualidades de la vida, está junto a La Nacional. La Nacional de la calle 14 fue la primera sociedad española de NY creada en 1868. En mi época de estudiante vine aquí en varias
ocasiones, generalmente huyendo de la morriña y justo con mi amiga Yolanda, con la que hoy camino por las mismas calles. Los precios bajos, la presencia de compatriotas y la comida española eran su atractivo. Como reza el cartel fuera, La Nacional ofrece tapas, paellas, bar y fútbol. Lo básico desde hace muchos años. Entramos de nuevo en este lugar que es un viaje en el espacio y en el tiempo. El mismo olor a lejía mezclado con fritanga de siempre y que recuerda a los bares de hace muchos años en España. Un lugar básico, simple, nada trendy pero lleno de recuerdos. Justo lo contrario del Meatpacking y del club justo en la puerta de al lado, donde vamos a cenar.

El Norwood, que así se llama el club, es toda una expresión de buen gusto y elegancia con una decoración cuidada donde se mezclan piezas de arte muy modernas con elementos súper clásicos en sus comedores privados. Estoy aquí con un grupo de amigos de la universidad de Princeton que se reúnen, desde hace 31 años, una vez al año para pasar un fin de semana en NY.  No conozco a ninguno de ellos pero Y, en América, las cosas se hacen a lo grande. Cuando salgo con algunos amigos, y Yolanda es uno de ellos, nunca sabe una donde puede acabar! Todos son americanos excepto Yolanda, yo y el vino tempranillo que han escogido ( con muy buen criterio ) para la cena. 

La cena es muy interesante. Son un grupo compacto de amigos que viven en WDC, NY, Jackson Hole, LA..... Pero que están perfectamente cómodos con una persona a la que no conocen de nada. Me reciben como uno más y eso se agradece mucho. Hay discursos, recuerdos, saludos y grabaciones para algún amigo enfermo y rotación de asientos para facilitar el hablar con todos. El menú esta preseleccionado de antemano y, como no! Una de las opciones es kale! Tras la cena subimos tres pisos a una especie de bar discoteca. La gente habla y baila muy animada. Me doy cuenta de que los éxitos que les gustan a los cincuentañeros americanos no difieren mucho de los que figuran en la lista de Spotify de mi sobrino! ¡ La globalización! Aun a riesgo de estar a la altura de lo que se espera para una española, me retiro pronto. Yolanda y el tempranillo tendrán que defender el pabellón patrio!

viernes, 16 de octubre de 2015

Cena en el Plaza

Dicen que NYC es el lugar donde todo puede suceder, y así es. Hoy he tenido un día intenso. Reuniones con nueve personas distintas. No se lo creerán, pero en ocho días he tenido reuniones organizadas con 33 personas. Además de ello, me he reunido de modo informal con otras fellows, con amigos y conocidos. Todos gente llena de curiosidad y energía. Lo más impactante de todo esto es que ninguna de estas personas superocupadas y llenas de responsabilidades me ha cancelado una sola reunión. Alguna han tenido que acortarla y se han disculpado por ello. Eso sí, el tiempo es oro y si hemos acordado una reunión de una hora, es una hora justa. Algunas han sido de 20 minutos exactos. Es necesario prepararse primero y concentrarse durante la reunión para exprimirla al máximo.  Eficiencia elevada a la máxima potencia. He recibido tanta información en estos días que tengo que procesarla, interiorizarla y pensar cómo puedo sacar el mejor partido.

Hoy ha sido un día muy americano. Comenzó temprano desayunando a toda prisa en un café atestado de gente apresurada camino de sus trabajos. La mayor parte de la jornada estuve en Wall Street, pero no hablando con banqueros sino con organizaciones sin ánimo de lucro. Unas dedicadas a mejorar la práctica de la filantropía y otras a hacer avanzar la presencia de las mujeres en el ámbito laboral. He estado en oficinas muy luminosas con vistas espectaculares sobre el puente de Brooklyn.
He necesitado un esfuerzo extra de concentración para no distraerme con las maravillosas vistas. En todas ellas, un objetivo, obsesión, diría yo, generar opinión basada en la investigación y los datos. Y una segunda obsesión cómo usar la tecnología para ello. Mecanismos de lectura automática que puedan clasificar y resumir los más de 17.000 documentos y papers sobre una materia determinada, es un ejemplo de ello.

Entre cita y cita tuve tiempo para comer (ingerir algo llamado comida, sería más apropiado) al más puro estilo americano tratando de aprovechar el sol de otoño. Magníficas vistas pero un ruido continuo que llega a cansar. Ruido de barcos, helicópteros turísticos que tienen su base en la zona, coches, camiones de bomberos, sirenas... El ruido nunca cesa en esta ciudad. Mi comida es super modesta. Una especie de perrito caliente de una carne de cuyo origen, composición, manipulación o procedencia prefiero no saber nada, sentada junto a los anuncios de los barcos que hacen el viaje a Ikea!

Durante las entrevistas me encuentro con la agradable sorpresa de que he sido invitada a una gala de la New York Women's Foundation en el Hotel Plaza. Así que, tan pronto termino mis reuniones corro al hotel en plena hora punta, cambio mi traje negro (riguroso estilo americano) por un vestido colorido y tacones, y off we go! A las seis y media en punto entro en el hotel para esta experiencia netamente americana. Y... me encuentro un claro signo de eficiencia y cuidado. A pesar de que he sido incluida en el último momento, mi tarjeta está perfectamente situada y... con mi nombre perfectamente escrito!

La NY Women's Foundation, una de las tres fundaciones de mujeres más importantes del mundo y la mayor en EE.UU.  Miro fascinada todo lo que ocurre a mi alrededor. Gente muy variada. Los hombres, todos de traje. Las mujeres, algunas con business attire, otras con preciosos vestidos de coktail, otras con vestidos que denotan su procedencia: saris, vestidos coreanos ....Un photo call donde la gente va posando. Entre todos, una mujer superelegante es la reina. Estoy segura de que es una celebridad en USA pero, yo, que ni siquiera conozco a los famosos de España, no tengo ni idea de quien es. Sólo sé que sus manos revelan una edad muy diferente de la que refleja su excelente figura, y su cuidado rostro. Hay más de 10 fotógrafos, entre ellos, uno muy conocido, cuyo nombre no recuerdo. Una celebridad (que a pesar de tener otros cuatro eventos hoy está aqui) retratando a celebridades. He sido invitada a la gala gracias a Lisa Philp, con quien he tenido hoy una reunión. Ha sido una anfitriona magnífica y de una generosidad increíble, explicándome qué sucede, quién es quién y presentándome a mucha gente. De pronto, nos llaman al photocall y aqui me tienen, ¡posando para los fotógrafos de NY como si fuese una estrella! (he de reconocer, viendo la soltura con la que los demás posan, que también en este campo tengo mucho que aprender).

Tras una hora justa de cocktail, unos señores haciendo sonar unos xilófonos nos hacen pasar de modo amable pero firme al comedor que está divinamente decorado. En mi mesa una mezcla de personas de diversa procedencia geográfica, trayectoria vital y edades. Como sucede muchas veces, soy la más joven.
Todos ellos muy relacionados con la filantropía. La cena comienza con un coro de jóvenes que con igual soltura acometen piezas clásicas y los temas más actuales. La gala es conducida por una presentadora de un programa de TV muy conocido que, de nuevo, para mí resulta desconocida, pero no así para el resto de la audiencia. Tras el coro, siguen palabras por varias de las patronas de la fundación y se suceden los premios que dan a gente tan distinta como Citi, la embajada de EE.UU. ante la ONU (magnífico discurso el suyo!) o las creadoras del musical Fun Home. El trofeo que reciben es muy simbólico, bastones (para caminar en la vida) muy artísiticos (y grandes )

Pero, no nos olvidemos de que esto es América y business is business. De modo que, al lado de preciosos ramos están los sobres y los bolígrafos para que hagamos nuestras donaciones.
Todo tratado con mucha elegancia, pero ahí están. Siguen discursos concisos, al grano, muy preparados y que cuentan diferentes historias. Siempre me admira la capacidad de expresión oral que tienen los americanos. Son capaces de hacer discursos sobre temas serios y profundos en los que aderezan la seriedad con pinceladas de humor que los hacen sumamente atractivos. ¡ Cuanto tengo que aprender también en este campo! La presidenta, una brasileña que se llama como yo ( va a ser prácticamente el único nombre que recuerde de la cena) explica cuál es su inspiración y misión y como quieren cambiar la vida de las mujeres menos afortunadas de NY (invisibles muchas veces) que se enfrentan cada día a dificultades económicas, maltrato, violencia y marginación. Casi al final, un magnífico discurso de una de las personas a las que la fundación ha ayudado. Realmente es motivador y consigue que todo el auditorio se ponga en pie. Por algo esta mujer se llama Charisma. Y... justo al final, es el momento de hacer nuestras contribuciones. Elevan la intensidad de la luz para facilitarnos la tarea y cada uno agarra un sobre y hace su donativo. Del modo que quiera, con una domiciliación, en efectivo, a través de su tarjeta de crédito, de forma explícita o anónima. Yo escojo el anonimato y, por tanto, el efectivo, para hacer mi contribución. Este no es el evento principal de captación de fondos de la Fundación (el principal es un desayuno con mujeres un día de mayo a las 7:30 am en el que suelen recaudar unos dos millones de dólares!) pero no se pierde ocasión y hay que facilitar la vida al donante.

A las nueve y media en punto, la gala llega a su fin.Ha sido una experiencia fantástica ver en plena acción como se mueve la filantropía en NY. Vuelvo caminando al hotel por las calles llenas de gente (todas conectadas a algún tipo de teléfono o aparato similar) , animación, luces y ruido, mucho ruido. Mientras camino reflexiono. Sí, NY es un lugar de oportunidades pero también de contrastes.  Al lado de esta gente con la que he tenido la oportunidad de cenar hoy, están aquéllos por los que trabajan. Al lado de la extrema y cuidada educación de los empleados del Plaza (seguro que su concierge forma parte de la Clef d'Or) me encuentro por la calle gente que en su apresuramiento parece haber olvidado los modales. Al lado de la elegancia del Plaza, la estridencia de Times Square.  Al lado de la opípara cena, mi humilde comida de hoy. Ciertamente, un lugar lleno de contrastes.


miércoles, 14 de octubre de 2015

Levitando

Algunos de mis amigos me han recordado que llevan varios días sin saber de mí. ¡ no saben cuánto agradezco el cariño que esas palabras demuestran! Lo cierto es que he estado bastante " entretenida estos dos dias. He saltado de  reunión en reunión: organismos multilaterales, asociaciones, universidades, think tanks, ONGs,  supervisores, fundaciones, embajadas ... Todas reuniones muy interesantes que proporcionan visiones muy fundadas y sólidas desde distintas perspectivas y que " ayudan a desenroscar la boina". Hablar con gente tan inteligente resulta agotador, física y mentalmente. Estar a la altura de gente tan preparada supone un esfuerzo grande, máximo cuando se tocan disciplinas tan distintas. Pero es enriquecedor. La buena parte del asunto es que corriendo de un lugar a otro una hace ejercicio. ¡ cada día bato un nuevo récord en número de pasos según dice uno de los tres teléfonos que cargo conmigo!

¿ qué he sacado en conclusión de todas estas reuniones? Hay cuestiones específicas en cada materia, pero quizá lo que más me ha llamado la atención es la frecuencia con la que dos cuestiones salen a colación. Por un lado, la necesidad de establecer redes. Redes que propicien la colaboración entre países, entre organizaciones privadas y públicas, entre universidades e instituciones no académicas, ente organizaciones con ánimo de lucro y sin ánimo de lucro, entre reguladores y regulados ( sin intenciones oscuras), entre supervisores e industria. Si antes de venir tenía la impresión de que las fronteras son cada vez más difusas, ahora me reafirmo. Todo fluye, todo converge. Por eso me resulta  tan difícil entender algunas actitudes individualistas y centradas en la división.

La segunda, la necesidad de construir relaciones de confianza hacia las instituciones que deben demostrar transparencia, responsabilidad, independencia y de ese modo ganarse el respeto de la sociedad. En general, y esto es común a todos los ámbitos e instituciones con las que he tenido la ocasión de hablar, esto se consigue a través de instituciones sólidas (ya sea a nivel nacional, regional o cualquier otro) y a través de procedimientos y normas que aseguren un buen gobierno: la famosa gobernanza.

Y... Se preguntarán, ¿como me he manejado con una media de cinco reuniones al día? Pues bastante bien. Madrugo mucho y sigo al pie de la letra las indicaciones que la aplicación de mi teléfono me da para llegar a mis reuniones. ¡ quién lo diría! Yo siguiendo instrucciones de una maquinita al pie de la letra. No se crean que es fácil. Produce situaciones bastante curiosas. Como las calles son ruidosas y como no siempre entiendo bien el acento "maquinil" de mi teléfono, lo pongo muy alto. En consecuencia, en los raros momentos en que se hace el silencio en la calle, de pronto se alza la voz imperiosa de mi telefono insistiendo que tuerza o, peor, que de la vuelta porque voy en la dirección incorrecta. ¿ entienden ahora por qué me concentro en seguir las indicaciones al pie de la letra.? Claro que eso no es nada comparado con las alarmas que hice sonar intentando salir del Fondo Monetario Internacional. Afortunadamente había hecho ya amistad con los vigilantes latinos y mi  amiga Mercedes ( que manda lo suyo allí) estaba conmigo, con lo que evité salir esposada, escoltada y con retraso para el avión. Pero les aseguro que ruido hice bastante!

También se preguntarán si todo es trabajo ( si, aunque no lo crean preparar, asistir y hacer los deberes posteriores, es trabajo, y mucho!). La mayor parte del dia lo dedico a trabajar, pero organizándose bien ( hay quien me reprocha que vivo pegada a una agenda) da tiempo a otras cosas. Cosas como celebrar la fiesta de cumpleaños de Stephanie de un modo totalmente fusión, con cupcakes, limonada de color rosa ( han aprendido del Bierzo!), vino, te y frutos secos. Cosas, como cenar en un tailandés con mis amigas del Sudeste asiático, confiarles la elección del menú y comprobar que la escala de picante tiene más diferencias que la de los grados Celsius y los Farenheit. Esa noche Carolina y yo estuvimos a punto de provocár la sequía del río Potomac, tratando de aliviar los efectos de la " mon spicy food" que nuestra amiga había pedido en honor a nosotras.  Cosas como comenzar a cumplir los objetivos del programa haciendo mentoring con una alguna mujer joven que me ha pedido ayuda. Cosas como disfrutar una vez más del museo del aire y el espacio una vez más y descubrir cosas nuevas. ¿ sabían ustedes que un trozo del armazón de madera del avión de los hermanos Wright fue llevado a la luna en el Apolo?

Pensándolo bien entre una gesta y otra median 66 años. ¡ cuánto ha cambiado el mundo en ese tiempo ! ¡ increíble !  Y luego nos extrañamos de lo rápido que va el mundo ahora. Quizás la diferencia está no tanto en la magnitud y velocidad de los cambios; sino en la rapidez con los que éstos alcanzan a la generalidad de la población. Volar era una extravagancia en los primeros años del siglo XX, luego algo al alcance sólo de las élites y el ejército, hoy está al alcance de cualquiera! Ha llevado su tiempo. En cambio, internet se ha colado en nuestras vidas (de las de toda la población)  de forma totalmente ubicua en menos de 15 años, los teléfonos móviles, lo mismo y aplicaciones como whasapp se han convertido en algo general y necesario en menos de cinco años. Esa puede ser la diferencia, la rapidez con la que los avances son adoptados por la mayoría de la población y no sólo por las élites. La democratización de los avances y de la información disponible para la mayoría de la sociedad en este sentido se ha producido a un ritmo vertiginoso e imparable.



También me ha dado tiempo a percibir el furor que provoca el kale en este país. Una especie de col rizada que comen cruda, en ensalada, marinada o cocida. Según dicen, tiene propiedades espectaculares: reduce el riesgo de padecer cáncer, tiene calorías negativas (¿existe algo así? esto es como los tipos de interés negativos, inimaginables hace años pero ahora una realidad), y toda una larga lista de propiedades. Si no te gusta el kale, incluso existen libros dedicados a convencerte de las ventajas de esta nueva "religión". Así que, ya ven, aquí me tienen,  en una de las ciudades más sofisticadas del mundo comiendo berzas crudas. ¡Si mi abuela me viera!





Esto es lo que les cuento desde el aeropuerto de WDC donde he encontrado un lugar desde el que conectarme ( ya saben que el hotspot es cosa de niños para mí). En el control de pasajeros me han metido en una especie de cápsula de cristal que parecía de una película del espacio ( en realidad es la tercera vez que hoy entro en una de estas cápsulas, ya saben la seguridad en edificios oficiales es prioridad número uno!) Pido un yogur con granola ( me lleva un tiempo entender el proceso de mestizaje) y de pronto me veo en medio de una familia que comienza a sacar cajas de pizzas y a pasarlas de izquierda a derecha, por delante y por detrás. Tanto baile de queso y grasa en mis inmediaciones me hace temer por el estado en el que puede quedar mi traje y, como comprenderán los que me conocen,tanto queso a mi alrededor no me hace ninguna gracia!

Mis vecinos siguen con su pizza party y tomo un rato para observar a la gente mientras veo cómo se pone el sol e ilumina los edificios monumentales de la capital. Pasa un joven en pijama. Soy la única que parece mirarle. Una señora a la que no conozco de nada se acerca y me dice que le gustan mis zapatos. Un grupo de mujeres de cierta edad (más cerca de la jubilación que de la juventud) vestidas con trajes que parecen los de marinerito de primera comunión, pero de colores, con zapatos haciendo juego, y flores en el pelo esperan pacientemente su avión. En general todo el mundo va muy cargado y con prisa. Mi troley ( si, lo admito, he sucumbido ya a la necesidad de tener espacio extra) pesa mucho, pero no tengo prisa. He salido a tiempo ( a Dios gracias, porque los procedimientos de facturación son algo complicados) y puedo permitirme el lujo de observar.  Mirar e imaginar que hacen, que preocupa, que alegra, que ilusiona a los que me rodean ( aparte de unas pizzas descomunales con mucho, mucho queso).

Lo admito, estoy disfrutando de esta experiencia que me ha permitido conocer a gente extraordinaria que tiene la generosidad de compartir su tiempo y sabiduría conmigo. En algunas reuniones levito.  También levito al escuchar las historias de mis compañeras fellows. Y.... por supuesto con las muestras de amistad y cariño que Mercedes y su familia me han dispensado estos días. ¿No me digan que los dibujos de sus hijas no son originales y de lo más artísticos?

 Se me debe notar un poco  que levito, porque una de las mujeres extraordinarias con las que me entrevisté me dijo que yo le recordaba a Teresa de Ávila a la que considera una mujer avanzada, moderna, emprendedora y de gran capacidad. No acierto a ver cómo puedo parecerme a tan insigne mujer (más allá del famoso lunar de la santa) de cuyo nacimiento se cumplen ahora 500 años, pero lo tomo como uno de los cumplidos más originales y halagadores que he recibido en mi vida.


Les tengo que dejar. Estamos a punto de despegar. Desde la pista se distinguen las luces de algunos de los monumentos de Washington a los que digo adiós. Ahora levito de verdad, pero esto es mérito de la técnica y de la aviación desarrollada y mejorada desde que los hermanos Wright y otros locos como ellos se decidieron a volar en artilugios que parecen hechos con cerillas.

Buen viaje

domingo, 11 de octubre de 2015

El bellotazo

Estos días en Washington han sido muy intensos. He tenido reuniones con profesores de Universidad, con organizaciones sin ánimo de lucro, con instituciones multilaterales.... Es una sensación rara cruzar la calle para pasar del Fondo Monetario Internacional al Banco Mundial. He acumulado unos cuantos pases y los simpáticos vigilantes que guardan las entradas de los edificios oficiales, ya me saludan. Parece que mi ropa colorida les llama la atención en medio de tanto traje gris y serio. He de decir que en algunos casos me dieron una visión de España y Europa un tanto preocupante, pero, no me apetece contarles esas cosas tan negativas hoy!














También ha habido tiempo para caminar y recorrer las avenidas, la zona de la Casa Blanca, el Mall y los distintos edificios monumentales que jalonan la capital del estado más poderoso del mundo y que parecen diseñados, exactamente para eso, para mostrar poderío, fortaleza y solidez. También tiempo para compartir con mis compañeras fellows y el peer coaching que me resulta tan interesante, útil y práctico. Por supuesto, también tiempo para ver a los amigos de toda la vida. Esos a los que hace años que no ves y con los que la conversación fluye como si hubieses hablado ayer con ellos.¡ Es una sensación magnífica!

 Cada vez planifico menos mi tiempo libre. Eso me proporciona a veces agradables sorpresas. Otras en cambio, supone pequeños contratiempos. Hoy mi amiga Mercedes y yo paseamos por el Mall que lucía espléndido en la mañana soleada del sábado. Nos acercamos al último de los Memorials, el de Martin Lugher King. Como suele ser habitual, turistas y muchos, muchos veteranos, rendían homenaje a los héroes nacionales. ¡Como admiro ese sentimiento de respeto y orgullo que muestran los americanos hacia los símbolos de la patria y quienes los han encarnado en algún momento! Claro está que esto es América y el negocio no se puede descuidar. La tienda de regalos de la Casa Blanca es una especie de Disneylandia de la política. Pero, hasta eso me hace gracia. No tengo ni idea de si existe una tienda de regalos del Palacio de la Moncloa y, mucho menos, qué clase de recuerdos venden allí. Me apuesto algo a que no encontraremos calcetines con la efigie de los presidentes... o tal vez sí ¿quién sabe?



Eso de no planificar tiene sus consecuencias. Pensaba pasar una tarde entretenida en dos de mis museos preferidos: el Museo del Espacio y la National Gallery. Pero... el tráfico estaba horrible, había un gentío de lo más variopinto y no nos dejaron pasar. Infelices de nosotras, no estábamos enteradas de que miles de personas se habían congregado en el National Mall para conmemorar el 20 aniversario de la One million Man March. En consecuencia, imposible acceder al Mall y adiós a mi tarde de museos.Aunque simplemente mirar al gentío allí concentrado tambien tiene su atractivo.  Bueno, siempre hay un plan B. Vayamos a Arlington! Peor aún. Siempre nos queda Georgetown. Caminar a lo largo del canal planeado para ir desde Ohio al Mississipi (y cuyo auge se vio interrumpido por la llegada del ferrocarril) es siempre agradable.




Y... se preguntarán por el título del post. Tiene una explicación. El tiempo estos días ha sido inusualmente caluroso para estas épocas del año. No obstante ayer cuando caminaba de vuelta al hote se desató una fuerte tormenta. El viento comenzó a arreciar y al agitar las ramas de los árboles, me vi bajo una lluvia tremenda de agresivas bellotas. No sé si en las dehesas extremeñas sucede algo parecido,(en las carballeiras y soutos de mi querida Galicia nunca me ha sucedido una cosa así)  pero lo cierto es que las "acorns" (que así se llaman) caían con fuerza, en abundancia (ahora entiendo por qué hay tantas ardillas aquí) y  hacían daño. Ciertamente, cuando una viene a WDC piensa en que pueden existir ciertos peligros, algunos caídos del cielo, pero nunca en que vengan en forma de bellotazos! El viento dio paso a una lluvia persistente y pertinaz. Mi pelo chorreando, mi ropa empapada y mis zapatos haciendo chof-chof. Solución, guarecerse en un supermercado. Resultó ser el supermercado más poblado del mundo y ....¡la cola comenzaba en la entrada!

Los 45 minutos que pasé en la cola del supermercado me sirvieron para pensar. Pensar en lo afortunada que soy de tener alrededor a gente inteligente y, sobre todo a amigos. Amigos de esos que dicen la verdad, aunque duela, amigos que forman el kitchen cabinet. Pensar en cuanto poder acumulan determinadas personas que con sus decisiones impactan en millones de vidas. Pensar en la energía de muchas personas que tratan de buscar nuevas ideas para mejorar la existencia de los demás. Pensar en los contrastes de este país, por un lado superindividualista, pero por otro, con gente dispuesta a ayudarte en la calle, o simplemente cuando miras con cara de despiste una estantería en el supermercado. Pensar en lo bien que funciona el "melting pot". Llevo una semana aquí y no he probado una hamburguesa. Comida vietnamita, francesa, india, etíope, japonesa... y... ¡pensar en lo actuales que resuenan las palabras de Martin Luther King en este mundo tan global!