Ultimamente el tema es de raviosa actualidad y parece que toeo el mundo debiera ya tener claro que confiar sólo en la protección estatal para atender nuestras necesidades en la vejez parece, cuando menos, algo arriesgado. Sin embargo sorprende ver en un informe elaborado por Aviva que los ciudadanos españoles confían masivamente en el estado para atender a sus necesidades tras la jubilación. Necesidades, que, estiman en el 100% de su salario antes de la jubilación. Resulta sorprendente que persista esa confianza cuando se estima un nivel tna alto de ingresos (los especialistas suelen calcular que para mantener el nivel de vida tras la jubilación las personas deberían tener el 70% de los ingresos). Pueden ver los datos en el enlace adjunto.
Según este mismo informe, para mantener el nivel de vida tras la jubilación (70% ingresos) deberíamos ahorrar de media 7.000€ año por españolito. Una cantidad muy elevada que en Europa sólo superan Alemania y el Reino Unido. Sorprende que la gran potencia europea mantenga en algo una situación parecida a la española. Claro que, si una bien lo piensa, probablemente sea más fácil ahorrar allá que acá y probablemente 7.000€ sean menos gravosos para el alemanote medio que para el españolito medio. Esto supone un déficit anual de unos 170.000 millones de euros en España, algo aí como una sexta parte del PIB. Ahí es nada!
Todo esto sin contar los gastos adicionales en sanidad que atender a una población envejecida provocará. Ya nos podemos preparar!
Pero insisto, esto se deriva de una buena noticia: el aumento de la esperanza de vida. Y... además abre vías a nuevos negocios. Ya aparecen en nuestras ciudades las tiendas del abuelo y otras similares especializadas en las necesidades de las personas mayores. En EE.UU. han ido más allá. Unos científicos del MIT han ideado un sistema le llaman, por lo que he leído es un atuendo-disfraz que reproduce las dificultades a las que se enfrentan los ancianos: dificultad de movimientos, visión borrosa, falta de elasticidad en las articulaciones, una sensación de pérdida de equilibiro en los pies, falta de sensibilidad en el tacto.... Si quieren saber más del artilugio, pueden hacerlo en el artículo del New York Times que les enlazo. ¿No me digan que el atuendo no les recuerda por su aparatosidad al de los bomberos?
Y... aparte del lado económico del asunto, creo que merecería la pena que todos los ciudadanos experimentásemos al menos alguna vez con el atuendo. Tal vez conociendo de primera mano las dificultades que entraña ser mayor, seríamos más comprensivos con sus despistes, olvidos y torpezas y valoraríamos más los esfuerzos que muchos de ellos hacen constantemente por seguir el ritmo de una sociedad que, a menudo, parece empeñada en escapárseles y largarse. Yo, desde luego, si tuviese ocasión probaría el artilugio de los del MIT ¿y ustedes?
Disfruten del fin de semana.
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