Se ha hablado de muchas reformas. Algunas costosas en términos sociales y económicos que además implican cambios legislativos que siempre consumen mucho tiempo y energías . Sin embargo, me pregunto si no hay una reforma más sencilla, con menos costes y que tendría impacto directo en la productividad. Me refiero a la optimización de horarios.
Los horarios españoles son absolutamente disparatados. En muchas profesiones se empieza a trabajar a las 8 de la mañana, se termina la jornada matutina a las 15:00 y luego a las 16:30-17:00 se inicia la de tarde que puede prolongarse hasta más allá de las 21:00. No existe otro país en Europa en el que tales horarios se tengan como algo normal. 7 horas seguidas trabajando sin ingerir bocado, luego una comida de dos platos antes de volver “al curro”. Resulta, si lo piensan bien, bastante absurdo.
Aquí prima una cultura presencialista que tiene tremendos efectos negativos. Por un lado, genera frustración en los trabajadores que ven como su vida transcurre en las cuatro paredes de su oficina y que llegan tarde a casa sin tiempo para ver a la familia (si la tienen). Por otro lado, supone una merma muy importante de la productividad. Como sabemos que vamos a estar todo el día en la oficina, nos entretenemos en conversaciones más de la cuenta, las reuniones son eternas (en este punto, tengo una propuesta que me gustaría implantar: hacer las reuniones de pie, estoy segura de que serían mucho más cortas), salimos varias veces a tomar café, etc. Por último aquellos trabajadores que por circunstancias o por convencimiento, no hacen esta marathon de horas ven su carrera profesional perjudicada. Las empresas se pierden muchos talentos por esta razón.
Pero las consecuencias van más allá del mero ámbito laboral. El problema de envejecimiento de la población española es creciente y acuciante. Y ello se debe a la falta de nacimientos. Pero… me dirán Vds. con estos horarios ¿quién es el valiente que se atreve a tener hijos?Aún cuando una tenga la osadía de tener hijos y los medios suficientes para poder pagar a otros para que se los atiendan , surge otro problema. El fracaso escolar. El 30% de los estudiantes no termina secundaria y el 30% de los que inician una carrera la abandonan. De los que siguen, sólo el 30% terminan en el plazo previsto. El fracaso escolar comienza a ser endémico. En muchos casos surge de un hábito de estudio que se forja desde las primeras etapas de la niñez inculcado por los padres. Pero… si los padres no están o si cuando aparecen es tan tarde y están tan cansados que se ven incapaces de tomar sobre sus hombros nuevas responsabilidades ¿quién va a inculcar este hábito en los niños?
Por eso me pregunto. En lugar de planteamientos tan ambiciosos (que son necesarios, no digo que no) no sería mejor empezar por “algo chiquitito”. Adaptar los horarios a Europa. Reducir las horas de trabajo. Eliminar las reuniones interminables sin agenda, actas, o próximos pasos y… para más INRI a las 18:00. Dejar de marear la perdiz y asignar tareas de forma eficiente y exigiendo responsabilidades. Estoy segura de que esta es una vía que permitirá tener trabajadores más felices (todos valoramos tener tiempo para hacer lo que nos gusta ), más sanos (estoy segura que muchas comeduras de coco y problemas de depresión se erradicarían o atenuarían), más productivos (¿a qué cuándo tienen jornada intensiva producen lo mismo en menos tiempo?). Además existiría la posibilidad de que fuese más fácil tener hijos y sería más fácil que estos hijos fuesen más sanos (la ausencia de los padres ha hecho que muchos niños comiencen a tener enfermedades de índole psicológica), menos difíciles, y con menores tasas de fracaso escolar.
Es una idea que les traslado. Seguro que no tengo éxito con ella. Pero estoy absolutamente convencida de que sólo puede reportar resultados positivos. En estos momentos en que nuestra sociedad está dando un giro tan fuerte ¿no será momento de intentar la convergencia con Europa en este aspecto?
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