Estos días todos los medios de comunicación hablan de la reforma de las pensiones: que si se retrasa la edad de jubilación, que si se amplía el número de años de cotización tenidos en cuenta.... Mucho me temo que estos sean pequeños retoques, pero dado que el cuerpo del modelo ha cambiado tanto, no será sufiente y, lo que toca es confeccionar un nuevo traje.
Trataré de explicarme. El sostenimiento del sistema de pensiones se basa en tres pilares:
. el primero, es el más básico, el público que es obligatorio y que en España (no es igual en todo el mundo) se basa en un sistema de reparto que es financiado por las empresas, los trabajadores y (en algunos casos) el Estado. Y se llama de reparto, porque los trabajadores en activo pagan las pensiones de los que están hoy retirados.
- el segundo es el que corre a cargo de las empresas y que en España es voluntario. Las empresas no están obligadas a disponer de sistema de cobertura para la jubilación de sus trabajadores, aunque en algunos convenios colectivos (fundamentalmente los más antiguos y de sectores como banca, eléctricas y compañías de agua) así se recogía.
- el tercero es el privado y voluntario y que se compone de los ahorros que las personas deciden voluntariamente destinar para su jubilación. Ahorros que se instrumentan mediante seguros de ahorro, planes de pensiones, planes de previsión asegurados o PIAS.
En España el sistema se sostiene casi única y exclusivamente gracias al primer pilar. Ello se debe entre otras cosas a que la tasa de reemplazo ( es decir, el % del último salario que cubre la pensión de la SS) es de media un 80%, una de las más elevadas del mundo. Como nos llegaba con lo que vendría del Estado, para qué complicarnos la vida con otras formas de ahorro. Ahora bien, incluso con esta tasa de reemplazo para el 25% de la población con mayores ingresos, la pensión de jubilación de la SS apenas llegará al 55%-60% de su último salario. No olvidemos que la pensión máxima de la SS no llega a los 35.000€ brutos. No obstante el sistema de mantenía porque el número de los que trabajaban era siempre muy superior al número de los que no lo hacían.
Ahora bien, a la sociedad española le está cambiando el cuerpo. Está pasando de una forma piramidal, con una base amplia que se estrecha a medida que aumenta la edad a una forma de paraguas o palmera. La base es mucho más estrecha y crecen las ramas, es decir la población de mayor edad. Tanto es así que en 2050 se esetima que seremos el páis más viejo de Europa con una edad media de 55 años. Y este cambio hace difícilmente sostenible el sistema de reparto imperante en el primer pilar.
¿Qué hacer pues? Se me ocurren varias soluciones. Si el primer pilar se estrecha, para seguir sosteniendo el edificio, será preciso fortalecer los otros dos. El segundo pilar, que corre a cargo de las empresas. Hoy en día se estima que sólo el 6% de las empresas cuentan con sistemas de previsión social para atender a las necesidades de sus empleados cuando lleguen a la jubilación. Parece pues conveniente, que se amplíe el número de empresas que disponen de estos mecanismos. Y una de las mejores formas de hacerlo es con ese instrumento tan poderoso que tienen los gobiernos y que se llaman leyes. Así se hace ya en muchos países. En Suiza, por ejemplo, la contribución al segundo pilar es obligatoria (entre el 8% y el 17% del salario). De ese modo se van generando fondos para la jubilación.
También convendría fortalecer el tercer pilar. Algo ya se ha hecho en ese sentido. Las contribuciones a planes de pensiones y otros mecanismos de previsión social cuentan con importantes incentivos fiscales. Pero, honestamente, creo que es necesario reforzarlo más. Probablemente esta polvareda que se ha levantado alrededor de las pensiones y la incapacidad de la Seguridad Social para atender en el futuro las necesidades de la población jubilada, nos hayan hecho concienciarnos a todos los españoles de que tenemos que responsabilizarnos, preocuparnos y ocuparnos de generar fondos para cuando estemos jubilados.
No obstante, no estoy segura de que llegue con ello. Creo que también el primer pilar necesitará reformas importantes. Y no estoy hablando sólo de ajustes, estirar un dobladillo por aquí, deshacer la entretela, etc.. Las medidas de las que hemos oído hasta ahora, como ampliar la edad de jubilación o aumentar de 15 a 25 los años tenidos en cuenta para el cálculo de la pensión, son de este estilo. Creo que al primer pilar habrá que hacerle un traje nuevo.Probablemente haya que cambiar de un sistema basado exclusivamente en el reparto, como hasta ahora, a uno que combine reparto y capitalización. ¿A qué me refiero? Pues a que una parte de las cotizaciones de los trabajadores se destinaría a un fondo individual perteneciente al trabajador y que le permitiría acumular fondos para cuando le llegue la hora de la jubilación. Esto es un cambio de traje en toda regla que, además nos acercaría a la moda imperante en otras economías. Sistemas como el chileno, el suizo o incluso el búlgaro cuentan con sistemas mixtos.
Sinceramente, creo que el cuerpo de la sociedad española ha cambiado tanto que es necesario un traje nuevo. De todos modos, parece que ya era momento de cambios de traje pues, no olvidemos que los sistemas como el español, fueron diseñados en la época de Bismarck. Y... los tiempos cambian.
Trataré de explicarme. El sostenimiento del sistema de pensiones se basa en tres pilares:
. el primero, es el más básico, el público que es obligatorio y que en España (no es igual en todo el mundo) se basa en un sistema de reparto que es financiado por las empresas, los trabajadores y (en algunos casos) el Estado. Y se llama de reparto, porque los trabajadores en activo pagan las pensiones de los que están hoy retirados.
- el segundo es el que corre a cargo de las empresas y que en España es voluntario. Las empresas no están obligadas a disponer de sistema de cobertura para la jubilación de sus trabajadores, aunque en algunos convenios colectivos (fundamentalmente los más antiguos y de sectores como banca, eléctricas y compañías de agua) así se recogía.
- el tercero es el privado y voluntario y que se compone de los ahorros que las personas deciden voluntariamente destinar para su jubilación. Ahorros que se instrumentan mediante seguros de ahorro, planes de pensiones, planes de previsión asegurados o PIAS.
En España el sistema se sostiene casi única y exclusivamente gracias al primer pilar. Ello se debe entre otras cosas a que la tasa de reemplazo ( es decir, el % del último salario que cubre la pensión de la SS) es de media un 80%, una de las más elevadas del mundo. Como nos llegaba con lo que vendría del Estado, para qué complicarnos la vida con otras formas de ahorro. Ahora bien, incluso con esta tasa de reemplazo para el 25% de la población con mayores ingresos, la pensión de jubilación de la SS apenas llegará al 55%-60% de su último salario. No olvidemos que la pensión máxima de la SS no llega a los 35.000€ brutos. No obstante el sistema de mantenía porque el número de los que trabajaban era siempre muy superior al número de los que no lo hacían.
Ahora bien, a la sociedad española le está cambiando el cuerpo. Está pasando de una forma piramidal, con una base amplia que se estrecha a medida que aumenta la edad a una forma de paraguas o palmera. La base es mucho más estrecha y crecen las ramas, es decir la población de mayor edad. Tanto es así que en 2050 se esetima que seremos el páis más viejo de Europa con una edad media de 55 años. Y este cambio hace difícilmente sostenible el sistema de reparto imperante en el primer pilar.
¿Qué hacer pues? Se me ocurren varias soluciones. Si el primer pilar se estrecha, para seguir sosteniendo el edificio, será preciso fortalecer los otros dos. El segundo pilar, que corre a cargo de las empresas. Hoy en día se estima que sólo el 6% de las empresas cuentan con sistemas de previsión social para atender a las necesidades de sus empleados cuando lleguen a la jubilación. Parece pues conveniente, que se amplíe el número de empresas que disponen de estos mecanismos. Y una de las mejores formas de hacerlo es con ese instrumento tan poderoso que tienen los gobiernos y que se llaman leyes. Así se hace ya en muchos países. En Suiza, por ejemplo, la contribución al segundo pilar es obligatoria (entre el 8% y el 17% del salario). De ese modo se van generando fondos para la jubilación.
También convendría fortalecer el tercer pilar. Algo ya se ha hecho en ese sentido. Las contribuciones a planes de pensiones y otros mecanismos de previsión social cuentan con importantes incentivos fiscales. Pero, honestamente, creo que es necesario reforzarlo más. Probablemente esta polvareda que se ha levantado alrededor de las pensiones y la incapacidad de la Seguridad Social para atender en el futuro las necesidades de la población jubilada, nos hayan hecho concienciarnos a todos los españoles de que tenemos que responsabilizarnos, preocuparnos y ocuparnos de generar fondos para cuando estemos jubilados.
No obstante, no estoy segura de que llegue con ello. Creo que también el primer pilar necesitará reformas importantes. Y no estoy hablando sólo de ajustes, estirar un dobladillo por aquí, deshacer la entretela, etc.. Las medidas de las que hemos oído hasta ahora, como ampliar la edad de jubilación o aumentar de 15 a 25 los años tenidos en cuenta para el cálculo de la pensión, son de este estilo. Creo que al primer pilar habrá que hacerle un traje nuevo.Probablemente haya que cambiar de un sistema basado exclusivamente en el reparto, como hasta ahora, a uno que combine reparto y capitalización. ¿A qué me refiero? Pues a que una parte de las cotizaciones de los trabajadores se destinaría a un fondo individual perteneciente al trabajador y que le permitiría acumular fondos para cuando le llegue la hora de la jubilación. Esto es un cambio de traje en toda regla que, además nos acercaría a la moda imperante en otras economías. Sistemas como el chileno, el suizo o incluso el búlgaro cuentan con sistemas mixtos.
Sinceramente, creo que el cuerpo de la sociedad española ha cambiado tanto que es necesario un traje nuevo. De todos modos, parece que ya era momento de cambios de traje pues, no olvidemos que los sistemas como el español, fueron diseñados en la época de Bismarck. Y... los tiempos cambian.
Yo creo que es perciso un nuevo traje. Sólo espero que España cuente con sastres con conocimientos y experiencia suficientes para hacer eso, un buen traje.
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