miércoles, 24 de febrero de 2010

Ellos a Boston, nosotros a Benidorm

De todos es sabido que India es uno de los países que ha experimentado un más rápido crecimiento en la formación de su fuerza de trabajo. Los avances del país son enormes. Por poner un ejemolo, el número de estudiantes indios no deja de crecer en las universidades de EE.UU. y superó la cifra de 100.00 en el curso 2008-2009. Los procesos de admisión en las universidades son costosos, tanto en términos económicos como de los requisitos exigidos: papeleo, documentación, curriculum, pruebas de acceso y demás. Pero los indios, logran sobrepasarlos. Los estudiantes indios aportaron al PIB americano 3.000millones de dólares, del total de aproximadamente 18.000 que aportan los estudiantes extranjeros.

Me sorprenden dos cosas. La primera es constatar cómo EE.UU. ha hecho de la educación de calidad una auténtica prioridad en la que se invierte: recursos a disposición de las universidades, salarios competitivos para los mejores profesores que compiten entre ellos y, en lugar de sentarse en su cátedra toda la vida, cambian de universidad, tanto por razones económicas como de currículum. Y eso les da réditos. Tienen una mano de obra muy formada y con elevada productividad lo que da lugar a una economía muy competitiva. Pero es que además les reporta ingresos en términos de balanza de pagos. Vamos, que para entendernos, Harvard, Stanford o Columbia (por poner sólo algunos ejemplos) son el equivalente americano al Benidorm español. Pero... hay una diferencia. Mientras que un europeo viene a Benidorm a lo sumo por unos meses y a "pasar el rato", los estudiantes van a EE.UU. por varios años y a formarse. Los primeros muchas veces no se integran en la vida española (viven en muchos casos en cuasi ghettos de veraneantes), los segundos, en mayor o menor medida, han de integrarse en la vida americana, impregnándose del american way of life. Pero aún hay más. Mientras que el turista extranjero gasta de media por estancia entre 900-1000€, los estudiantes que acuden a las universidades americanas gastan mucho más (y sé de lo que hablo). Hace 11 años sólo la matrícula (alojamiento y manutención aparte) en un curso de postrado de esas universidades costaba más de 32.000$ (de los de entonces).¿necesitan echar números?

La segunda cosa que me sorprende es el "estirón" que da la India y como, a pesar de las difíciles condiciones de vida, vencen obstáculos a base de esfuerzo y dedicación. Hace 11 años también estuve en India. Entre otras visité la mejor escuela de negocios del país. El peor dotado de los parvularios del rural gallego tenía mejores instalaciones físicas que aquella institución. Y la calle, ni se lo imaginan. Les cuento lo que por aquel entonces escribí en mi cuaderno de viaje (la afición a escribir me viene de lejos)
"Todo es polvoriento, los taxis son muy antiguos y conducen como en el Reino Unido. Hay gente por todos lados. Las mujeres son guapísimas y algunas de sus joyas y alhajas, preciosas. Todo es un contraste: las vacas comiendo entre la basura, cerdos sueltos en una ciudad, niños descalzos jugando al cricket en un solar abandonado, niños afeitando a ancianos. Gente durmiendo en la calle, en el techo de una casa, montando una tienda de campaña don dos palos y dos plásticos y en la que guardan todas sus pertenencias, incluso un teléfono!"

Ahora, eso sí, tanto en esa escuela de instalaciones desvencijadas como en cualquier esquina en la calle, era muy fácil encontrar un ordenador (que, confieso, a veces tenía dificultad en saber cómo se conectaba a la corriente) y una conexión a internet. No sólo en Delhi, sino también en lugares mucho más alejados. Y de esto hace 11 años. Tal vez ese afán de superación y ese uso de las nuevas tecnologías hayan hecho posible el tremendo progreso de la formación de la fuerza laboral india.

En fin, que me gusta mucho mi país, pero entre Benidorm y Boston (por cierto uno de los polos importantes en empresas de biogenética, sector que exige alta cualificación técnica y formación científica) me quedo con Boston. Y, entre el desdén o el entusiasmo por las nuevas tecnologías (aunque a veces aplicármelo a mí misma me cueste) me quedo con lo segundo.


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