domingo, 13 de noviembre de 2011

Aleluya!

Nunca hay que perder el optimismo y el sentido del humor. Ni siquiera en esta crisis, que como dicen los aspirantes a Presidente del Gobierno de España, tiene mil caras.  Y he de decirles que en este sentido me descubro ante los italianos.

Ayer, cuando por fin se produjo la deseada dimisión de su Primer Ministro de cara acartonada por mil cirugías, unos cuantos compatriotas le recibieron a ritmo de música clásica. Pero no cualquier tipo de improvisación, sino algo a la altura que merecía la ocasión. Una pequeña orquesta de música clásica desplegó sus partituras e instrumentos interprentando el Aleluya de Haendel. Algo realmente elegante y no exento de fina ironía que expresaba el hartazgo de unos ciudadanos para con una clase política a la que culpan de anteponer el interés propio al interés del pueblo al que se han brindado a solucionar sus problemas.

Me gusta esta forma de protesta. Especialmente en este caso. Si por algo se ha caracterizado la personalidad de Berlusconi es por la chabacanería y el mal gusto. Por eso una respuesta de esta elegancia me parece toda una lección!

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