Las circunstancias son difíciles, tanto o más que en 2008. Pero... veo algunas diferencias. La primera es que los ciudadanos ya están cansados y comienza a cundir la desmoralización y el desaliento. Tras más de tres años caminando por un túnel oscuro, cuando a comienzos de este año parecía que veíamos alguna luz, resulta que es un espejismo.
La segunda es que los dirigentes mundiales están adoptando una actitud distinta. Recuerdo las convocatorias de cumbres del G-20 en las que se apostaba por la unidad y por evitar los errores de la crisis del 29, entre ellos el proteccionismo. De esa cuestión nos hicimos eco en este blog en su momento. Pero, ahora esta humilde ciudadana, ve otra actitud. En el Banco Central Europeo existen tales discusiones que hasta dimite su economista jefe. La canciller alemana se autoerige en abanderada de Europa pero, pasa más tiempo ocupándose de agradar a su electorado interno que de otra cosa. Obama, el gran líder que emergió de la crisis ve como su estrella pierde brillo y se ocupa de sus cuestiones domésticas que son las que condicionan su reelección. China sigue con una moneda artificialmente devauluada y parece que no oye las llamadas que desde hace meses se realizan para que la aprecie.
Con todo esto, el proteccionismo corre riesgo de extenderse y con él la guerra de divisas. Guerra, que la semana pasada ha tenido un actor hasta ahora inusitado: Suiza. El país helvético ha visto como ante la incertidumbre existente, se multiplicaban las compras de su moneda, con la consiguiente apreciación. Apreciación que hace sus exportaciones más caras y eso es algo que las autoridades de aquel país han decidido atajar de raíz. Brasil también ha amenazado con "proteger el mercado interno" lo cual quiere decir en román paladino que van a imponer aranceles en los productos importados.
Todos los estudiosos apuntan a que lo que convirtió la crisis financiera del 29 en la Gran Depresión fueron las medidas proteccionistas adoptadas por los países. ¿No podríamos aprender algo de la historia?
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