Antes de nada, muy feliz año 2017. Esperemos que sea un año bueno, en el que la humanidad avance y mejore y ... esforcémonos todos y pongamos nuestro granito de arena para lograrlo. Tratemos cada uno de mejorar nuestro círculo más próximo y tal vez así, entre todos consigamos un efecto multiplicador que redunde en beneficio de todos.
Y... a mejorar la vida de los que están a su alrededor dedican parte de su tiempo abuelas de Zimbawe. Son mujeres, de una edad media de 53 años que han sido entrenadas para poder conversar con personas que padecen graves dolencias psiquiátrica. Simplemente instalando un banco de madera, las
abuelas les reciben semanalmente y conversan con ellos acerca de sus problemas. El experimento, financiado por una organización canadiense ha sido todo un éxito (los casos de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales se han reducido un 32%) y ha permitido mejorar la vida de los pacientes en un país que cuenta con 4 psiquiatras para una población de 15 millones de habitantes.
Cuando leí la noticia el pasado 31 de diciembre me llamó la atención por varias cosas. Primero porque supone una noticia positiva para despedir el año. Estamos muy necesitados de este tipo de noticias que no suelen ocupar las páginas de los periódicos. Y eso pese a que, gracias la generosidad de personas como éstas, el ingenio de gente como los ideadores del programa y la determinación de quienes lo han implantando el mundo es hoy un poco mejor en general, que hace unas décadas. En segundo lugar, me recuerda la importancia de la conversación, de compartir las ideas (y sobre todo las preocupaciones) con los que están a nuestro alrededor. Ya se sabe que la alegría cuando se comparte, se multiplica y la preocupación, al ser compartida decrece y se hace más liviana. Si hay algo que me gusta de esta época navideña son las largas conversaciones con familia y amigos. Esa sensación de poder escuchar sin prisas, compartir ideas y sentimientos de forma espontánea sin necesidad de observar un código estructurado y cuasi telegráfico. Y... parece que esto es positivo. Recuerdo una conferencia del psiquiatra Rojas Marcos hace años en la que afirmaba que la mejor prevención (y cura) para dolencias psiquiátricas era la conversación. Y con su particular gracejo afirmaba que en caso de necesidad hablásemos con nosotros mismos ante el espejo. Que eso era preferible a quedarse callado.
En 2016 el banco de Loiba se coronó como el mejor (más bonito) banco del mundo. Un banco
simple, sobrio, de madera que ofrece una vista espectacular en un paraje incomparable en su belleza. Belleza que viene de la sencillez y al mismo tiempo, grandiosidad de la naturaleza y los acantilados que le rodean. Al ver el banco de madera donde las abuelas de Zimbawe mantienen sus conversaciones: sencillo, tosco, de madera ... me acordé del banco de Loiba. Ambos comparten sencillez y grandiosidad.
Para una persona que aprecia su tierra, la disfruta y la ama como yo, nada me gustaría más que los bancos de Zimbawe sucediesen al de Loiba como el mejor banco del mundo en este año 2017.
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