Hola de nuevo. Pensarán que les tengo abandonados, y, si hemos de guiarnos por las pruebas, así parecería. Pero no. Simplemente que este día a día consume nuestras energías y nuestro tiempo. Y... como suele ser más listo que nosotros resulta difícil ganarle la partida con la única herramienta que conozco para ello: nuestra agenda. Siempre he pensado que la agenda de una persona refleja sus prioridades y, perdónenme los que me siguen, no he sabido darles en ella la prioridad adecuada.
Les habrá sorprendido el título del post. No es un síndrome que la psicología o la sociología tengan reconocido y estudiado. En absoluto. De hecho, si googlean la palabra, no encontrarán nada porque... este síndrome me lo he inventado yo hace un tiempo. Les explico. Me sorprende la cantidad de novelas que existen cuyo protagonista es revisor de novelas para una editorial. He conocido a bastantes más personas que novelas he leído. Y... nunca me he topado en la vida real a nadie que tuviese este interesante trabajo. Sin embargo, en el mundo de las novelas me he encontrado a muchos protagonistas con esa profesión. Ello me ha dado que pensar. Y...he llegado a la conclusión de que puede deberse a que se trata de una profesión relativamente familiar para los escritores, con lo que les resulta más fácil su caracterización. No sé si esta es la explicación o no, pero a mí me sirve.
El viernes pasado tuve la ocasión de participar en unas pruebas de selección para post-universitarios. Buena parte de ellos querían dedicarse a la investigación y la docencia. Me sorprendió esta cantidad de vocaciones científicas y comencé a preguntarles por otras opciones: la investigación en el ámbito privado, el trabajo por cuenta ajena, la explotación de los resultados de sus investigaciones ...En el 95% de los casos estas opciones les sonaban raras y desconocidas. Preferían la investigación. Pero su elección no se basaba tanto en que comparativamente les pareciese más atractiva que las alternativas existentes, sino que se debía a que era la única opción que conocían. Y en general, no conocían otras porque ni siquiera se habían molestado en indagar un mínimo. No conocían qué empresas usaban las tecnologías, productos o técnicas sobre los que investigaban, quíénes podrían estar interesados en los mismos o cómo se transferían a la sociedad sus resultados. Confieso que me quedé decepcionada al constatar la falta de curiosidad de los llamados a seguir la carrera científica. Y.. me acordé del síndrome de la novela con protagonistas editores. La elección de estos jóvenes, preparados, capaces, disciplinados y trabajadores, a una edad en la que el horizonte es el universo y en la que no existen límites o condicionantes, se ve excesivamente constreñida porque solo conocen una opción.
Eso me llevo a reflexionar sobre la importancia de la variedad: en las experiencias personales, en los interlocutores, en las geografías y en los puntos de vista Pocas veces he aprendido tanto de contabilidad como cuando a los 28 años tuve que dar clase sobre esta materia en Estados Unidos a unas estudiantes de danza de nacionalidad armenia! Sus preguntas, desde un ámbito totalmente distinto al mío me hicieron reflexionar mucho y aprender. Y como alumna, siempre me han parecido enormemente enriquecedoras las clases de profesores que combinaban la práctica profesional con la docencia. Por último, en el trabajo, he aprendido que los llamados "marrones" son una fuente extraordinaria de aprendizaje y crecimiento profesional.
Tal vez el sistema educativo pueda ayudar a que nuestros jóvenes realicen elecciones más informadas sobre su futuro profesional. Ofrecerles la oportunidad de conocer experiencias muy distintas, abrir la universidad a personas de diferentes ámbitos y promover y recompensar de algún modo la curiosidad intelectual podrían ayudar. Y aquí el papel de los profesores es crucial. Esa apertura tiene que darse también entre los encargados no de enseñar sino, como decía Einstein, de crear las condiciones para que otros aprendan. Parafraseando al gran físico, no deben asumir protagonismo en las elecciones de sus alumnos sino crear las condiciones para que estas decisiones se tomen en las mejores condiciones posibles. Su ejemplo siempre va a tener influencia, pero deberían tratar de que fuese analizado en comparación con otras opciones.
Y creo que debemos preguntarnos si es conveniente una especialización desde edades muy tempranas o si por el contrario, debemos pertrechar a nuestros jóvenes con una variedad mayor de conocimientos y experiencias para que de las conexiones entre ellas surjan las ideas innovadoras y... potencialmente brillantes.
Como siempre, les planteo preguntas y reflexiones. Lo que sé es que me gustaría que decisiones tan importantes para nuestros jóvenes se tomasen con la mayor variedad posible de información porque... se lo confieso, ya estoy cansada de leer novelas cuyos protagonistas son editores o ilustradores de cuentos!
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