Por eso siempre estoy atenta a temas que tienen que ver con esta cuestión. La principal novedad en los últimos años es que la esperanza de vida no deja de crecer, tanto en el mundo occidental como en los países en vías de desarrollo (existen aún algunas excepciones en países como Haití que, con una esperanza de vida inferior a los 30 años suponen una vergüenza para la humanidad). Y ésta que es sin duda una noticia positiva, a menudo sólo se conoce por sus consecuencias negativas, destacando entre ellas, los problema que crea para los sistemas de pensiones del mundo.
Y… ahora nos alertan también que el rápido crecimiento demográfico del mundo y la creciente prosperidad económica están ejerciendo presiones insostenibles sobre los recursos. Ya están aguándonos la fiesta: vivimos más y mejor, pero lejos de estar alegres tenemos que preocuparnos. . El Foro Económico Mundial que, por estas fechas suele reunirse en Davos (siempre asociada en mi memoria a la Montaña Mágica de Thomas Mann) augura que la demanda de agua, energía y alimentos crecerá entre un 30% y un 50% en los próximos 20 años. Y ya saben, si crece la demanda, crecen los precios.
Precios que ya han comenzado a crecer entre los cereales cuyos precios han subido y que amenazan con repetir la crisis que provocaron en 2008. De hecho el Departamento de Agricultura de EE.UU. (el mayor productor de maíz del mundo) ha avisado de que sus stocks de este cereal se sitúan en un débil 5,5% de la demanda (el nivel más bajo en 15 años).
Esto debe ponernos en alerta. La subida en el precio de los cereales, puede poner las cosas muy difíciles a los países asiáticos cuya alimentación descansa fundamentalmente en estos productos. Pero también a los países occidentales que dependemos mucho menos de los cereales y más de la carne. Si suben los cereales, resulta más costoso alimentar a las reses (seguro que en la página de Paul McCarthy encuentran datos abundantes) y por tanto podemos ver tensiones inflacionistas derivadas de la alimentación. Pero es que además el precio de la carne subirá por otra razón. A medida que aumenta el nivel de vida de los países emergentes, tienden a acercar sus patrones alimenticios los del mundo occidental: es decir dependen menos de los cereales e incorporan en cantidades importantes otros alimentos como el azúcar o la carne (en este punto tiemblo al pensar en lo que sucederá con el jamón cuando los chinos le cojan gustillo. Se nos pondrá por las nubes!)
De modo que, en estos tiempos de crisis, creo que se impone más que nunca la cocina de fusión en el mundo occidental. Vistos los problemas de colesterol, obesidad y afecciones cardíacas que sufrimos, y vistos las subidas de precios que se avecinan, creo que lo más razonable es que nos acostumbremos a comer menos . Y… con los precios que va a alcanzar la carne, ya podemos reducir su presencia en nuestra dieta en beneficio de cereales y verduras que, aunque subirán, lo harán en menor medida. Además estos productos suelen ser más sanos, lo cual redunda en la felicidad propia, de nuestros familiares, amigos y los sistemas sanitarios que incurrirán en menos gastos para preservar nuestra salud.
Les dejo y me voy a buscar algún libro de recetas vietnamitas. Buenas noches!
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