martes, 19 de octubre de 2010

Celo regulatorio

Estos días se ha hablado mucho de hasta dónde debe llegar la regulación por parte de las autoridades. ¿Deben prohibir a toda costa determinados comportamientos perjudiciales para la salud? ¿Dónde ponemos la línea entre el interés general y la libertad individual? Confieso que es un debate que me fascina y sobre el cual no tengo una idea formada. Sí estoy convencida de que algunas medidas, como la prohibición de fumar en el lugar de trabajo, polémicas en el momento en que se adoptaron, han sido decididamente positivas y han mejorado mucho las condiciones en las que desarrollamos nuestro trabajo.

Ahora bien, parece que en algunas ocasiones el ansia regulatoria llega a extremos insospechados. Resulta que la policía acaba al grito de "Alto Policía. Que no se mueva nadie" ha clausurado tres clubs de jubilados en Baleares porque... jugaban al bingo. Los ancianos solían pasar la tarde jugando cartones cuyo precio estaba entre los 10 y los 20 céntimos de euro. Parece difícil que así se haga alguien millonario y no parece una actividad peligrosa ni molesta... salvo para los representantes de las salas de bingo oficiales que hay en Mallorca que veían en las asociaciones de jubilados una competencia desleal. Puede que con la ley en la mano tengan razón, pero no sé cómo queda en este caso el principio de proporcionalidad. Me parece un poco exagerado. Si quieren leer más, pinchen aquí.

Y me parece desproporcionado porque es conocida la lentitud de la justicia en España, el atasco de los juzgados que se ven incapaces de resolver procesos que llevan varios años tramitándose y que, para cuando se resuelven es ya demasiado tarde para reparar los posibles daños causados. Pero bueno, parece que en algunas cosas, sí funciona la velocidad y rapidez de respuesta que deberíamos exigir los ciudadanos.

Y... me pregunto ¿Prohibirán también que los amigos se jueguen el café en una partida de dominó en el bar? ¿Se verán también afectadas las partidas domésticas de cinquillo?


Pero no se crean que el celo regulatorio es un exceso exclusivo de España, no. Parece que hay más países en los que se dictan normas o se llevan a cabo actuaciones judiciales que pueden parecer desmedidas e incluso algo "esperpénticas". Resulta que en Holanda, país civilizado donde los haya, el ayuntamiento de Amsterdam votará el próximo martes para aprobar la prohibición de compartir pisos a estudiantes y trabajadores jóvenes que no tengan planeada una "relación familiar duradera y a largo plazo".  Si quieren leer más del asunto, hagan click aquí. Se imaginan? Todos los estudiantes y muchos profesionales jóvenes que comparten piso para evitar la soledad o porque sus ingresos no les alcanzan para tener un piso sólo para ellos, estarían incumpliendo la ley. ¿Qué va a ser de esas amistades (y desencuentros) para toda la vida que se forjan en los avatares de la convivencia diaria en un piso compartido? Pienso en mi propia historia y me vería privada de la amistad de Conchita, Dolores, María, Sonia o Esther, por citar sólo a algunas de mis buenas amigas con las que he compartido habitáculo, pero también alegrías, penas, actividades lúdicas y tareas domésticas y de las que tanto he aprendido.  ¿Qué será de las famosas series norteamericanas que narran la vida y las aventuras de los room mate? ¿En serio es necesario que la legislación llegue hasta esas esferas?

Que disfruten de la tarde!

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