Ahora bien, la cuestión de la sostenibilidad del sistema de pensiones es un tema de gran enjundia. El sistema español se basa en el reparto. Es decir las cotizaciones de los que están en activo se usan para pagar las pensiones de los que en ese momento ya están jubilados. El sistema se sostiene con una pirámide de población clásica: ancha en la base y decreciente hacia la cúspide. En los últimos 40 años la sociedad española ha evolucionado mucho. Uno de los logros de esta sociedad es el aumento de la esperanza de vida que hoy alcanza en España los 78 años en los hombres y los 85 en las mujeres. Hay cada vez más españolitos mayores de 65 años dispuestos a disfrutar de las pensiones para las que han cotizado a lo largo de su vida laboral. A esto se une una bajísima tasa de natalidad con 10,9 nacimientos por cada 1.000 habitantes. Una tasa que apenas asegura la tasa de reposición en la sociedad.
Todo ello da lugar a un vuelco en la estructura de la población que está pasando de una forma piramidal a una romboidal y en muchos lugares con forma de palmera, es decir con una base moderadamente estrecha que se mantiene estable hasta un punto determinado (alrededor de los 60-65) para luego ensancharse en los segmentos de población con una edad más avanzada.
Los sistemas de reparto se mantienen, mientras los que cotizan y entran a cotizar son más que los que dejan de hacerlo. Es decir, en las pirámides de población clásicas. Pero ¿qué sucede cuando la pirámide se invierte? Pues se parece un poco a lo que ocurre en las estafas piramidales que siguen el esquema Ponzi (recientemente muy de actualidad gracias al genio de Madof). En estos esquemas los fondos que aportan los que van entrando sirven para pagar los elevados intereses de los que ya están y los reembolsos ocasionales de algunos que desean salir. Pero cuando dejan de entrar fondos nuevos, el esquema se cae con un castillo de naipes y los últimos en entrar se ven atrapados en él. Difícilmente recuperarán lo aportado.
Si no se reforma el sistema, es posible que a nuestras pensiones les ocurra algo parecido a los esquemas Ponzi. De hecho, muchos de los españoles que hoy comienzan a cotizar ( que se consideran afortunados porque tienen un empleo) ya descuentan que percibirán cantidades muy reducidas de la seguridad social, a pesar de haberla pagado religiosamente durante su vida laboral. No resultaría extraño que se sintiesen, por así decirlo, y permítanme la expresión, "estafados" por un sistema al que han contribuido con la expectativa de obtener unos ingresos que luego se esfuman.
Cierto que se están adoptando medidas como aumentar los años de cotización que se tienen en cuenta para calcular la pensión, aumentar la edad de jubilación, aplicar coeficientes correctores, etc. Ahora bien, el "cuerpo" de la sociedad española se ha transformado de tal forma que no sé si serán suficientes. Es lo mismo que sucede cuando uno engorda 20 kilos, por mucho que trate de estirar las costuras, alargar los bajos, cambiar los botones, etc. no llega. Es preciso hacerse un nuevo traje. Pues bien, mucho me temo que las pensiones en España necesitan un nuevo traje.
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