Este año, sacando partido a las nuevas tecnologías, aparte de notas manuscritas en mis libros de viaje, he escrito notas electrónicas en mi blackberry durante las largas jornadas en autobús.
Con intención de satisfacer las peticiones recibida,s me he animado a reproducir las notas tomadas durante el día 11 de agosto, en el que viajamos de Jodhpur a Udaipur. No he tratado el texto, tan solo he pasado el corrector ortográfico; por eso no esperen una alta calidad literaria ni un orden estrictamente lógico. Se trata de las impresiones de las que fui tomando notas a medida que discurría nuestra jornada por el Rajastán. Se lo dejo. Tal vez les ayude a hacerse una idea del mosaico de contrastes que representa el subcontinente asiático.
"Muy temprano, pero ya con un sol cegador salimos del Balsamand Lake Palace, un hotel situado en un palacio que debió ser un antiguo pabellón de caza. Bajamos paseando por los jardines. Algunos hombres agachados cogen hierbas. Mujeres con saris de colores trabajan. Un pavo real despliega todo su plumaje de colores y se pasea ante una pava. Pero en cuanto nos ve, repliega las alas y sale corriendo. Pena de foto!
Salimos por las animadas calles de la ciudad a esta hora matutina. Pasamos por la casa barco que se asienta sobre un promontorio de piedra rojiza que surge desafiante como la quilla de un barco. Un poco más adelante en el barrio musulmán las mujeres extienden a secar en el suelo las telas coloreadas con tintes naturales. Son de colores muy vivos y resultan muy llamativos.
Vamos saliendo. Gran parte del recorrido a lo largo de los muros de los cuarteles ya que, Jodhpur, por su cercanía a Pakistán, es la sede de una importante base aérea. En una entrada, dos camellos de gala con sus camelleros vigilan. Cris logra su ansiada foto!
En una zona varios puestos juntos que venden todos cascos de motos. Parece que, en prevención de accidentes, se colocan a la salida de las ciudades. A lo largo de la carretera se suceden barberos, hombres sentados en los bordillos que se ajustan sus turbantes y otros que simplemente charlan sentados en cuclillas. En otra zona se agrupan los caballos, pasan hombres que empujan esas enormes bandejas con ruedas que les sirven a la vez de expositor y transporte para sus mercancías.
En una rotonda, gran vida. De un lado, tres hombres de blanco y turbantes de colores esperan con sus cantarillas de metal la llegada del lechero. Enfrente un festival de saris de colores charla con sus cantarillas relucientes mientras también esperan.
En esta zona abundan unas lajas muy altas y estrechas de la piedra rojiza de aquí que colocan unas junto a otras para hacer muros. Algo así como los chantos gallegos!
Vemos varios puestos de vendedores de paraguas. Eso, y el cielo algo cubierto parecen ser un presagio de lluvia.
Los niños y adolescentes van hacia los colegios. Suelen llevar uniformes bastante relucientes.Se ve a un herrero trabajando en su pequeño taller, sastres, vendedores de fruta y fritangas!
Por la carretera adelantamos un tractor que en su parte de atrás acomoda un festival de saris de colores a los que lleva a trabajar a los campos. Aqui la tierra se ve verde (el monzón?) Y, novedad hasta ahora, los campos están vallados con ese ladrillo rojizo del que también están hechas las lajas.
Conforme avanzamos, el verde va desapareciendo y también las vallas. Los desvencijados chiringos de carretera son atendidos por hombres vestidos d blanco y con turbantes a cada cual mas colorido. A menudo charlan en los camastros de esparto que les sirven de mesa, silla y cama. Por la carretera pasamos algunos pueblos con la agitación de la mañana. Casi no vemos mujeres y pocos coches. Sobre todo camiones. Tata, como no!
Echo un ojo al India Times. La tensión en Cachemira sube de tono conforme se acerca el 14 agosto (día de la independencia d Pakistán) y el 15 (de India). Grupos de Cachemira instan a lamentar el 15. En la sección económica destaca la cuestión de la sucesión del presidente de Tata, Rajan, que parece un asunto de estado. Toda la familia y dirigentes de la compañía han sido parsis y se preguntan si el próximo (que tomara el poder en 2012) también debería serlo.
Pasamos por lo que debe ser un santuario: decenas de puestecillos que venden incienso, dulces, pulseras de hilos de colores, frutas. Un estrado con fuego concita muchos turbantes y saris a su alrededor.
Pasan rebaños de cabras, una moto con dos hombres con turbante. Paramos porque un pollino diminuto se ha entretenido con una rama en la carretera. Mojones de piedra muy parecidos a los que había antes en España, pero con grafías en hindi van marcando los kilómetros que transcurren lentos. Un hombre esquelético pedalea en una bici en la que también e acomoda su mujer con un sari de precioso diseño y a su hijo.
Seguimos por esta planicie. El color de la tierra se va haciendo menos rojizo y aparece como cubierta por una capa verde. Supongo que son los cultivos que empiezan a brotar con el monzón, que amenaza con hacer acto de presencia.
Adelantamos un tuc tuc. Una mujer me mira curiosa con sus dientes salidos. Es extraño pero parece que, cuando estas delgadísimas y arrugadísimas mujeres envejecen, se les sale mucho la mandíbula. A su lado, una mujer con la cara tapada con el sari parece también mirarme.
Pasamos por un desvencijado peaje. En uno de los carriles, dos bidones hacen el papel de barrera. Pese a ello, después a ambos lados de la carretera han plantado dos hileras de arboles cada uno de ellos protegido con una armazón cilíndrica de malla.
La lluvia de estos días ha dejado grandes charcos en los campos a los lados de la carretera. El monzón! Sopla viento. Ahora es todo plano con ese manto verde que dejan los brotes de la hierba cuando nacen.
Poco a poco el paisaje se hace más verde y la vegetación más frondosa. Los pueblos por los que pasamos también parecen menos pobres. En uno, una manada de chiquillos con uniforme de pantalón blanco iluminado regresan en bicicleta de sus clases.
Cogemos una carretera secundaria para ir al templo jainista de Ranakpur. La carretera es mas estrecha y la vegetación es ya casi de selva. Llueve y en los pueblos vemos a los cerdos pasearse tan panchos. Son cerdos peludos. Proliferan los anuncios de restaurantes y hoteles.
De pronto la vegetación se hace más espesa y frondosa y encontramos la entrada a los templos.
Entramos en un jardín en el que abundan los monos que corretean e incluso parecen posar para las cámaras. Es un lugar muy sagrado para los jainistas que llevan su religiosidad a extremos tales que se tapan la boca para no tragarse mosquitos. Entramos en el primer templo, pequeño, de mármol con un cuerpo central rodeado por una terraza. Tiene algunas cúpulas alargadas. Todas las paredes están profusamente decoradas con relieves que en el centro representan a dioses. En la parte baja escenas que explican claramente por que le llaman el templo del Kamasutra. Entra un grupo de chicos. Les hacen mucha gracia nuestras cámaras digitales y se agolpan mirando con curiosidad mientras sacamos fotos. Nos piden que les hagamos fotos y ríen al verse. Tambien les llamamos la atención nosotras y nos retratan con sus móviles. Marta monta su photocall particular.
Vamos al templo principal. Es mucho más grande. Todo en mármol. Son muy estrictos con la vestimenta y un cartel explica claramente, que cuero, cigarrillos y mujeres con la regla no pueden entrar.
Dentro es una maravilla. Todo un bosque de columnas de mármol todas llenas de esculturas y todas diferentes. Hay 1444 y solo una, que un guarda nos señala, está torcida. Filigranas que representan cruces, motivos vegetales, redondeles, guirnaldas..decoran paredes (las pocas que hay) techos y cúpulas. Está todo abierto y resulta fresco a pesar del agobiante calor exterior. Solo la parte central reservada a los fieles esta cerrada. Me fascina este mar de columnas del templo de Ranakpur.
Salimos. Empezamos a subir las montanas de Arawelli por una carretera sinuosa y empinada en un paisaje de jungla. Paramos a comer en un resort-spa que se usa como base para safaris. Tomamos un tentempié y seguimos ascendiendo. Poco a poco la vegetación se vuelve menos densa y las cuestas empinadas. Estamos en un paisaje de colinas, curvas, campos de maíz separados por muros de piedra parecidos a los balados gallegos. Lo cierto es que el paisaje muy verde recuerda a Galicia. Las casas no son de ladrillos sino de piedra y tienen tejados (cosa rara!) de tejas.
La lluvia ha dejado grandes charcas en las que se remojan los búfalos. Los mismos que con su parsimonioso caminar nos obligan a veces a detenernos en la carretera.
Se parece, pero hay diferencias con Galicia: turbantes en lugar de boinas, jacarandás y bambúes en lugar de carballos y castaños, búfalos en lugar de vacas y saris de colores llamativos en lugar de vestidos oscuros. La carretera es muy estrecha. Nos paran para ver un árbol cuajadito de murciélagos. Al pasar por los pueblos desfilan ante nosotras todo tipo de oficios ya perdidos en España: molineros, barberos, sastres, herreros. Hay muchas norias para subir agua. El paisaje es más llano y pronto salimos a la autovía.
El firme mejora mucho, pero no la velocidad. Las vacas y otros animales vagan por ella como suelen hacerlo aquí. Es una carretera horadada entre montanas de roca que, según advierten, pueden deslizarse con las lluvias. El horizonte queda cerrado por montanas picudas muy verdes cuya silueta se recorta entre la neblina. Me recuerdan a las montanas que se ven en fotos de China."
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