Todos los días leemos publicaciones que indican que los 80 son los nuevos 60 y los 60 los nuevos 50. Celebridades y casos de las revista, al margen, algunos tachan estas afirmaciones de exageradas, pero yo me pregunto justo lo contrario y me planteo si no se quedarán cortas.
Los mayores de hoy (y todos tenemos ejemplos muy cercanos) viajan ( difícil en algunos casos seguirles el ritmo!), se interesan por temas y causas sociales, abrazan las nuevas tecnologías (he de reconocerlo, mis amigo silversurfers son mis mayores y más rápidos proveedores de contenido ), colaboran y se involucran en causas sociales y, al igual que los jóvenes de otros tiempos, son una voz en la sociedad que nadie puede ignorar ( por número, nivel de compromiso, capacidad de organización, etc.).
Pero incluso la cuestión va más allá. Ayer viajando en el tren de Santiago a Coruña coincidí con un grupo de jubilados que volvían de visitar la ciudad del Apóstol. Me fijé en sus ropas: cómodas, funcionales y deportivas, con un punto de sofisticación en sus complementos. La clase de ropa que una llevaba en su etapa juvenil y universitaria. Eran un grupo numeroso de distintas nacionalidades que viajaban juntos entendiéndose en Inglés. Por lo que pude percibir, alemanes, americanos, británicos, daneses, y gente de otros lugares cuyos acentos y lenguas no identifiqué. Viéndolos juntos en el tren me acordé de mi viaje de inter rail de hace ya casi dos décadas.
Hablando con ellos me comentaron que estaba haciendo un tour en crucero por el mundo. Hasta ahora ( y aún les quedaban etapas) llevaban 91 días de navegación (me río yo de mi viaje de inter rail). Durante la conversación me contaron que habían estado en Malasya, Sri Lanka, India, Jordania, Omán, Emiratos Árabes Thailandia y muchos otros lugares que podríamos llamar exóticos. Se regocijaban de haber podido cruzar el Canal de Suez y disfrutar de su espectáculo a pesar de los tiempos convulsos. Conforme avanzaba la conversación mi admiración ( y envidia sana ) hacia estos intrépidos viajeros iba en aumento. No solo por la envergadura de su viaje sino por el interés que mostraban continuamente por conocer cosas de España y Galicia. Durante todo el trayecto me preguntaban por los lugares que atravesábamos, los cultivos, la ocupación de la gente, las industrias de la zona y todo aquello que se les iba ocurriendo. En los pocos momentos en los que su curiosidad parecía saciada antes de que se les ocurriese otra pregunta, yo aprovechaba para conocer más cosas sobre ellos. Mis vecinas de asiento, provenían de Philadelphia y según supe habían aprovechado el viaje para colaborar con alguna ONG en el Sudeste asiático. Cuando llegamos a destino me dio pena no tener más tiempo para disfrutar conversando con ellas y por una vez (sólo por una vez) eché de menos aquellos trenes de hace unos años de recorridos interminables y horarios indefinidos. A veces la eficiencia, resta encanto a las cosas.
Cuando me despedí de ellas ( no sin antes recomendarles un tour rápido por la ciudad) empecé a pensar: curiosos, activos, ávidos de descubrir el mundo, generosos, altruistas, con ganas de disfrutar de la vida ... ¿ no son éstas características de la juventud? ¡Definitivamente, los 80 son, como mucho, los nuevos 60!
P.S. Este post está dedicado a Suso, incansable organizador de viajes, curioso, activo, generoso, amable, tranquilo y dotado de una retranca que sólo da la inteligencia, y con el que tuve oportunidad de viajar. Suso nos dejó hace unos meses. Estoy segura de que habría disfrutado organizando para sus amigos un crucero como el de mis compañeros de tren.