jueves, 1 de diciembre de 2011

La nueva ley de las empleadas de hogar y la desaparición de la clase media

En España hasta ahora muchos hogares suplían las dificultades de conciliación de la vida laboral y familiar gracias al servicio doméstico. Pero, mucho me temo que a raíz de la publicación de la Nueva Ley del Servicio Doméstico el pasado día 17 de noviembre, este recurso será algo más difícil.

Hoy en día son muchas las familias que recurren a la ayuda en el hogar. Algunas pueden permitirse tener durante muchas horas esta ayuda y otras, ya sea porque no necesitan tantas horas, ya sea porque no pueden permitírselo, disfrutan de esta ayuda unas pocas horas a la semana (4 ó 5, etc.). Según la regulación actual cuando las empleadas de hogar realizan menos horas de un mínimo que fija la ley, no existe obligatoriedad por parte del empleador de cotizar por ello a la Seguridad Social. Tampoco existe la obligación de que cotice el trabajador. Igualmente los requisitos formales tampoco son elevados. No existe obligatoriedad de contrato escrito ni tampoco de elaborar una nómina. De hecho en la mayoría de los casos se funciona con un acuerdo verbal y con la entrega de dinero en efectivo.

Pero ay amigos, a partir de ahora todo va a cambiar. La nueva ley no sólo impone la obligación de declarar a la Seguridad Social sino que también obliga a realizar un contrato por escrito y además a confeccionar una nómina. Un coste elevado, no sólo en términos económicos, sino de trámites. ¿Se imaginan la complicación que esto supone para los hogares? ¿Se imaginan la rigidez que esto comporta? Porque claro, una nómina implica una retribución fija mensual, cuando muchas de estas empleadas trabajan de forma flexible según las necesidades de los empleadores y las posibilidades (que conjugan este trabajo con la atención de sus obligaciones familiares) de las trabajadoras. Y, en consecuencia, el número de horas que trabajan cada mes puede ser muy variable. Cuando todos los empresarios piden en España flexibilidad para contratar, resulta que en este sector, vamos hacia lo contrario, perjudicando, como veremos a ambas partes.

Aunque la ley entra en vigor el 1 de enero, existe un plazo hasta el 30 de junio de 2012  para comunicar a la administración el contrato existente y comenzar a abonar las cuotas. Necesario porque en el Ministerio de Trabajo aún no existen formularios para los contratos ni para el abono de cuotas. Vamos, que parece que la norma se ha hecho a toda prisa y, en mi modesto entender, sin calibrar del todo los efectos negativos que de ella se pueden derivar.

Soy una firme defensora de la lucha contra la economía sumergida y de la defensa de la protección social para todos los trabajadores. Pero, honestamente, creo que se podría haber encontrado una fórmula que resultase menos gravosa y complicada para las familias. Y, como sospecho que la motivación última de la norma es recaudatoria,  y no la defensa de los derechos de las trabajadoras, tengo más objeciones. De hecho muchas de las trabajadoras (y digo trabajadoras, porque son mujeres la inmensa mayoría de las personas que desempeñan estas actividades) no estarán a favor de este sistema que probablemente hará, no sólo que se reduzca su salario, sino que además supondrá que ellas tendrán que efectuar aportaciones a una Seguridad Social sobre la que existen enormes dudas de que en el futuro pueda pagar una pensión. Pensión que además en muchos casos resultará irrisoria. Las empleadas que ya a día de hoy trabajan muchas horas, ya tenían obligación de cotizar. Para las que trabajan 4 ó 5 horas a la semana, las cotizaciones realizadas hoy serán tan bajas que apenas les reportarán pensión alguna.

Y les decía que tengo más objeciones. Si se quiere de verdad atajar y luchar contra el fraude, creo que hay otras actividades donde de verdad, por cuantía y condiciones, existen casos que deberían ser prioritarios. Y no necesito poner ejemplos porque todos los conocemos.

Con este sistema contar con ayuda en el hogar se volverá más difícil y también más difícil la conciliación. Y, no lo olvidemos, en un país que cuenta con los horarios laborales más largos (y menos productivos) de Europa con lo que la conciliación se vuelve poco menos que imposible. Mucho me temo que éste es un paso más hacia la desaparición de la clase media. Si hasta ahora era relativamente fácil y asequible contar con ayuda, a partir de ahora, parece que seremos como los países anglosajones, donde este tipo de ayuda queda reservada a los muy muy pudientes. Conseguir ayuda para limpieza, cuidado de niños, atención a ancianos, etc. ¿debería ser tan complicada?

No sé quizá debamos este año pedir a los Reyes Magos un manual de derecho laboral y relaciones laborales y apuntarnos todos a un curso que nos explique cómo elaborar nóminas. ¿No les resulta estimulante?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola. Estoy buscando cuál es el RD que regula este tema pero no lo encuentro por ningún lado. ¿Te importaría mandármelo?
Muchas gracias