domingo, 30 de enero de 2011

Lecturas para políticos

Hace días que no escribo. Si alguno de ustedes ha echado de menos mis reflexiones, se lo agradezco.

No crean que mi falta de generación de contenidos en el blog estos días se debe a que me haya entrado un pánico atroz a la complicada ley Sinde (cosa que a lo mejor sería sensato que sucediese). No, es más prosaico. He estado bastante ocupada en los últimos días y con algún viaje, lo cual me ha hecho más difícil acercarme a ustedes.

Entre las coasa que he leído estos días, destaco las 11 tendencias que para 2011 apunta Marian Salzman. Esta experta en tendencias preside Euro RSCG Worldwide. Pueden echar un ojo a las tendencias en el enlace adjunto. Algunas que me han hecho meditar, como la creciente furia de los consumidores, la dependencia (en algunos casos enfermiza) de las tecnologías, la hipersensibilidad de las nuevas generaciones o la necesidad de reinvención que tenemos que afrontar todos.

Creo que la misma autora (pero no estoy segura 100%) escribía hace poco de la necesidad de que len el nuevo panorama os dirigentes del mundo occidental dominasen las lenguas (y no sólo las tradicionales), ya que en el contexto internacional y su equilibrio de fuerzas tendrán cada vez más peso las economías emergentes. Y claro, una exigencia sine qua non de los dirigentes es una sensibilidad hacia esa nueva realidad. Y una forma de demostrarla es entendiendo la lengua.

Les decía que estos días he estado ocupada y algo errante. Entre las cosas que me he llevado en mi deambular está mi e-book (me estaré volviendo dependiene de los cacharros electrónicos?). He terminado uno de los libros que tenía cargado en él. "Un día de cólera" de Arturo Pérez Reverte. Y... no sé cómo he enlazado las reflexiones de la Sra Salzman con el libro. No me pregunten si es una obra maestra o sólo un libro más. No lo sé. Lo que sí sé es que describe de forma aséptica pero impactante las atrocidades sufridas por el pueblo de Madrid (y también, aunque en menor medida, por los militares) durante los levantamientos de mayo de 2008. Cientos y cientos de muertes de personas víctimas en algunos casos de su patriotismo, en otras de los desmanes que, por lo general, acompañan a un conflicto bélico, en otras de delaciones de vecinos envidiosos, en muchas, del abandono  y la cobardía de las autoridades, y también de la mala suerte. Cientos o miles de vidas truncadas. Vidas que no son meros números, que tienen (como siempre sucede) una historia detrás, personas que les quieren, familiares que dependen de ellos. Un horror. El libro más que narrar la historia, describe cómo sufren ( y mueren) los protagonistas anónimos de este levantamiento: panaderos, aguadores, jardineros, criados, amas de casa, sastres, labradores, joyeros, etc. Las que, en un conflicto moderno, algunos llamarían víctimas colaterales.

A veces la descripción (que en modo alguno busca el dramatismo por el dramatismo) y la enumeración de desgracias se vuelven agobiantes. La realidad de su crudeza me ha hecho tener que interrumpir la lectura en varias ocasiones y me ha hecho pensar en otros conflictos que en nuestro mundo actual siguen azotando a poblaciones enteras con especial incidencia en los civiles. No sé lo que pensará la Sra. Salzman, pero creo que este libro debería ser de lectura obligatoria para cualquier dirigente político. Tal vez así se lo pensarían dos veces antes de embarcar a sus naciones en conflictos y guerras que, nunca sé si han servido para resolver problemas, pero que sí siempre han multiplicado el dolor, la pena, el sufrimiento y la amargura de forma muy importante.

Y... ya que estamos en época pre-electoral (¿alguien puede decirme de un momento en el que no lo estemos?) no estaría de más que hiciesen llegar algún ejemplar del libro a los "candidatables".

Que tengan una buena (y pacífica) tarde de domingo.

jueves, 20 de enero de 2011

La misión

Hoy no les voy a contar grandes cosas (no es que a menudo escriba novelas, pero suelo tratar de dejar algún análisis). Hoy voy a compartir con ustedes una de mis melodías favoritas. Por casualidad navegando por Internet llegué a la banda sonora de La Misión, una de mis favoritas. Y... se me ocurrió que a lo  mejor a ustedes podría gustarles el escucharla. SI quieren hacerlo, pinchen aqui.

Vi la película hace muchos años y me hizo soñar con las selvas y la frondosidad de América. Me estremecí con la dureza de la vida de aquellas gentes. Pero... para mí la película siempre irá unida a Jeremy Irons. Es uno de los casos en los que no logro disociar al personaje del actor. Hace unos años en una terraza de Madrid me fijé en un hombre ataviado con un traje de chaqueta blanco y perilla. Se me hacía conocido y... de pronto caí: era Jeremy Irons y, aunque no soy dada a rendir culto a los famosos, tuve que contenerme para no abordarle y decirle que su película (como si sólo hubiese hecho una!) me había gustado mucho. Al final fui racional (o no?) y me contuve y él pudo seguir disfrutando de la lectura del periódico en una soleada mañana de domingo primaveral.

Que disfruten de la música!

lunes, 17 de enero de 2011

Comida de fusión... por economía

Siempre me interesan los temas que tienen que ver con la demografía. Tal vez sea una herencia de los tiempos en los que trabajaba en temas relacionados con los seguros que como saben, es una industria en la que la demografía y su evolución se dejan sentir de forma inmediata.


Por eso siempre estoy atenta a temas que tienen que ver con esta cuestión. La principal novedad en los últimos años es que la esperanza de vida no deja de crecer, tanto en el mundo occidental como en los países en vías de desarrollo (existen aún algunas excepciones en países como Haití que, con una esperanza de vida inferior a los 30 años suponen una vergüenza para la humanidad). Y ésta que es sin duda una noticia positiva, a menudo sólo se conoce por sus consecuencias negativas, destacando entre ellas, los problema que crea para los sistemas de pensiones del mundo.

Y… ahora nos alertan también que el rápido crecimiento demográfico del mundo y la creciente prosperidad económica están ejerciendo presiones insostenibles sobre los recursos. Ya están aguándonos la fiesta: vivimos más y mejor, pero lejos de estar alegres tenemos que preocuparnos. . El Foro Económico Mundial que, por estas fechas suele reunirse en Davos (siempre asociada en mi memoria a la Montaña Mágica de Thomas Mann) augura que la demanda de agua, energía y alimentos crecerá entre un 30% y un 50% en los próximos 20 años. Y ya saben, si crece la demanda, crecen los precios.

Precios que ya han comenzado a crecer entre los cereales cuyos precios han subido y que amenazan con repetir la crisis que provocaron en 2008. De hecho el Departamento de Agricultura de EE.UU. (el mayor productor de maíz del mundo) ha avisado de que sus stocks de este cereal se sitúan en un débil 5,5% de la demanda (el nivel más bajo en 15 años).

Esto debe ponernos en alerta. La subida en el precio de los cereales, puede poner las cosas muy difíciles a los países asiáticos cuya alimentación descansa fundamentalmente en estos productos. Pero también a los países occidentales que dependemos mucho menos de los cereales y más de la carne. Si suben los cereales, resulta más costoso alimentar a las reses (seguro que en la página de Paul McCarthy encuentran datos abundantes) y por tanto podemos ver tensiones inflacionistas derivadas de la alimentación. Pero es que además el precio de la carne subirá por otra razón. A medida que aumenta el nivel de vida de los países emergentes, tienden a acercar sus patrones alimenticios los del mundo occidental: es decir dependen menos de los cereales e incorporan en cantidades importantes otros alimentos como el azúcar o la carne (en este punto tiemblo al pensar en lo que sucederá con el jamón cuando los chinos le cojan gustillo. Se nos pondrá por las nubes!)

De modo que, en estos tiempos de crisis, creo que se impone más que nunca la cocina de fusión en el mundo occidental. Vistos los problemas de colesterol, obesidad y afecciones cardíacas que sufrimos, y vistos las subidas de precios que se avecinan, creo que lo más razonable es que nos acostumbremos a comer menos . Y… con los precios que va a alcanzar la carne, ya podemos reducir su presencia en nuestra dieta en beneficio de cereales y verduras que, aunque subirán, lo harán en menor medida. Además estos productos suelen ser más sanos, lo cual redunda en la felicidad propia, de nuestros familiares, amigos y los sistemas sanitarios que incurrirán en menos gastos para preservar nuestra salud.
Les dejo y me voy a buscar algún libro de recetas vietnamitas. Buenas noches!

miércoles, 12 de enero de 2011

Médicos low cost

He leído en cinco días un artículo sobre médicos low cost que me ha dejado sorprendida. Pueden leerlo en este link. El fenómeno low cost se instala. Pero, resulta algo sobrecogedor que nuestros profesionales mejor formados se vean obligados a "exiliarse" siquiera temporalmente para ganarse la vida. Está muy bien la movilidad geográfica, de cuya falta siempre se acusa a España. Pero... la formación de un profesional de la medicina es el resultado del esfuerzo primero, del propio profesional, luego en el caso español de su familia (que por lo general habrá sufragado sus gastos) y también de la sociedad que pone a su disposición universidades, cursos de formación, hospitales en los que realizar su formación práctica, etc. Y... resulta que en estos mismos hospitales existe falta de profesionales españoles que atiendan a los pacientes que acuden a su curación. No lo sé, pero a mí me resulta, cuando menos, algo paradójico.
Y hablando de emigración, en las últimas semanas me ha sorprendido ver como en el telediario de las tres de la tarde se suceden reportajes en los que se presenta la emigración, especialmente de los profesionales mejor formados, como una opción muy apropiada y positiva. Como casi animando a que se vayan fuera. Parece como si los que nos gobiernan (o al menos deberían hacerlo) no encontrasen ninguna opción dentro del país y... la única que les parece apropiada es la de la emigración. Emigración que, como ya hemos dicho en otras ocasiones, ahora se produce entre las élites en las que España como país ha invertido más en su formación.
Pero... seguro que esto son sólo impresiones mías que seguramente carecen de fundamento.

lunes, 10 de enero de 2011

Lecce y los mileuristas

Hice hace años un viaje por el sur de Italia que me llevó a Lecce, una ciudad curiosa y esculpida en piedra. Iglesias con muros archidecorados, palacios en los que compite una profusión de arcadas, decoraciones de ventanas, escudos y todo aquello que sobre la piedra arenisca pueda ocurrírsele a un escultor. El barroco adquiere aqui singularidad para convertirse en un estilo propio que lleva precisamente el nombre de la ciudad. Es además una urbe universitaria muy animada y llena de vida. Las ciudades cercanas en la zona de Apulia son también muy agradables por lo que la visita a la zona merece la pena. Se lo recomiendo porque, además, al estar fuera de los circuitos habituales, no se encuentra la aglomeración de turistas propias del país de los Apeninos.


El otro día mi amigo Paco me envió un artículo que está escrito desde Lecce y eso me llamó la atención tanto o más que el título. El título habla de la falta de empleo en el sur de Europa y de cómo los jóvenes italianos, españoles, portugueses o griegos se enfrentan a un futuro incierto y en muchos casos precario. La emigración, de nuevo, parece ser la solución. Emigración que es muy, muy gravosa porque deja al país sin sus recursos más activos y jóvenes (eso siempre ha sido así en todas las emigraciones) pero ahora además (y esto sí es nuevo) priva a las naciones de sus ciudadanos mejor preparados .Pueden leer el artículo completo en el siguiente link.  Entre otras cosas, se cuestionan algunos de los jóvenes a los que hacen referencia, la utilidad de un doctorado (les suena de otros posts?) que no es ni apreciado, ni valorado por la sociedad.Como cosa curiosa, decir que con este artículo el término mileurista ha llegado ya al New York Times. Curiosa la clase de exportación que hace ahora nuestra economía!

Todos estos artículos me dan que pensar y tengo la impresión de que si invertimos muchos recursos públicos y privados en formar a la gente para que adquieran unas habilidades que no valoramos, algo debe ir mal ¿no creen? Bueno, a lo mejor me confundo.

domingo, 9 de enero de 2011

Los doctores

Nos hemos cansado estos días de escuchar en  diversos foros que esta generación que accede ahora al mercado laboral, es la gneeración  mejor preparada de la historia, pero también la que por primera vez en muchos años, vivirá peor que sus padres.  Se han preparado, han estudiado y .... parece que no encuentran salida para desarrollar la formación que con tanto sacrificio propio (y, en el caso de España también de la familia) han adquirido. A estas reflexiones se unen las que me suscita un artículo de The Economist que me envió mi amigo Xabier y que cuestiona si merece la pena hacer un doctorado. Concluye el artículo (que pueden leer en este link) que, a menudo es una pérdida de tiempo.

El artículo en sí ha sido objeto de debate en algún grupo de amigos, conocedores del asunto y ellos dan esperanza. Por lo general opinan que la formación será cada vez más  valorada y que el doctorado adquirirá un reconocimiento (también económico, y no sólo de prestigio) cada vez mayor.  Espero que así sea. Soy de las que no entienden que el esfuerzo, la formación, el trabajo, etc. no encuentren premio. Me apunto más al carro de S Pablo y, como él tiendo a pensar que  "ningún esfuerzo quedará sin recompensa".

Buena reincorporación a la rutina!