jueves, 8 de septiembre de 2016

Uber, ¿aliado del pequeño comercio?

Uber es una de esas empresas que no deja a nadie indiferente. Ha levantado financiación por un importe de 18.000 millones de dólares(y dicen que quieren levantar más aunque no lo necesiten para tener a buen recaudo a los competidores), opera en 425 ciudades y en 72 países. Su facturación en el primer semestre del año se ha estimado en 2.100 millones de dólares y a pesar de que las pérdidas se estiman en 1.300 millones de dólares su valoración ronda los 70.000 millones de dólares. Las cifras marean y también el ritmo de crecimiento de la empresa. 

Uber es una de las empresas que aprovecha la tendencia hacia la economía colaborativa, y, a la vez aumenta el impacto y alcance de ésta.  Para las nuevas generaciones el disfrutar es más importante que el tener. Muchos jóvenes ( y no tan jóvenes) prefieren pagar sólo por lo que usan y no tienen interés alguno en poseer un coche, hasta hace poco un bien útil y también, en muchos casos, un símbolo de status.  Poseer un coche, aparte de conllevar un desembolso económico inicial importante, acarrea otros desembolsos económicos (seguros, reparaciones) y tareas que para algunos pueden resultar engorrosas (buscar un lugar donde aparcarlo, temor a que sea deteriorado o robado, etc.). Buena parte del éxito de Uber se debe a esta tendencia hacia la economía colaborativa. A ello se unen la facilidad de pago (no es necesario llevar dinero o tarjetas de crédito encima, sólo el móvil), la abundancia de vehículos, y los precios bajos.

Los bajos precios (a pesar de que pueden contrariar a los conductores de Uber) son muy agradecidos por los usuarios. De hecho, según estimaciones de Deutsche Bank, en las 20 ciudades metropolitanas más importantes de América, el coste por kilómetro de usar Uber es inferior al de usar el propio vehículo.

Y... hablando de tendencias. En los últimos años en algunas ciudades de España hemos visto como la proliferación de grandes superficies ha dejado los centros de las ciudades despoblados y sus locales comerciales vacíos. La gente prefiere acudir a hacer sus compras y a disfrutar de su ocio (muchos centros  incluyen cines, restaurantes y otros lugares de hostelería) a los centros comerciales de la periferia. La dificultad y carestía de encontrar aparcamiento en el centro de las ciudades (mientras que en los centros comerciales imperan los parkings gratuitos) es la razón aducida en muchos casos. Esta tendencia, no obstante, comienza a revertir en algunos países de Europa.  Uber y otras empresas similares podrían ayudar a que los centros de las ciudades volviesen a llenarse. Si resulta fácil y barato encontrar un transporte que nos lleve al punto exacto que
queremos y, si el aparcamiento deja de ser una preocupación,  los consumidores  pueden volver a encontrar atractivo hacer sus compras y disfrutar de su ocio en las calles céntricas y en los pequeños comercios que las pueblan. Mientras que  los fabricantes de automóviles (aparte de los taxistas) pueden ser los grandes perjudicados (si más gente entiende que no le compensa poseer un coche sino alquilar los servicios que  precisa, se venderán menos automóviles) por Uber, los pequeños comerciantes que con sus tiendas dan variedad, colorido, sabor y un ambiente único y distinto al centro de cada ciudad, pueden tener en  ésta y otras empresas del transporte colaborativo un aliado que facilite el acercamiento de los consumidores a sus locales. Quien sabe. De todos modos, al ritmo que va la compañía, en breve tendremos respuesta.