miércoles, 13 de octubre de 2010

La historia de los mineros

Hace tiempo que no les cuento nada. Hoy las portadas de todo el mundo las ocupan el grupo de 33 mineros chilenos rescatados. La gesta lo merece. Rescatar a unas personas en esas circunstancias es meritorio. Y es muy meritorio que 33 persona hayan conseguido vivir en un espacio tan reducido, sin luz durante tanto tiempo. Imagino que especialmente difíciles debieron ser los primeros días en los que nadie sabía que estaban allí.

La atención de los medios ha sido total y el seguimiento absoluto. Esta historia ha movido a miles de personas en todo el mundo. La suerte de los mineros ha preocupado a millones de personas en todo el mundo que han seguido minuto a minuto, se han alegrado con cada noticia positiva y han contenido el aliento esperando los resultados de cada paso.

La odisea de los mineros comenzó en el mes de agosto. Aproximadamente por las mismas fechas las inundaciones en Pakistán y en el norte de India se tragaban la vida de miles de personas. Pero hoy esas noticias apenas ocupan una  pequeña reseña en una sección perdida de algún diario. Si el valor de las tragedias y las vidas puediese medirse de forma objetiva (como intentan los baremos con los que las autoridades de seguros tratan de ordenar el mundo de la desgracia) indudablemente el desastre de las inundaciones supera en gravedad al chileno. Sin embargo ¿por qué una noticia sigue moviendo a la gente y la otra no? No lo sé. He pensado sobre ello varias veces estos días. Y no lo sé. Lo único que se me ocurre es que la terrible desgracia pakistaní se nos presentó en forma de cifras, tremendas pero cifras. En cambio en el caso de la historia de los mineros, hemos tenido historias. Hemos sabido sus nombres, conocido a sus familiares, hemos podio leer las cartas que han escrito a sus familiares y amigos. Y quizás nos mueve más una historia que millones de cifras, por más impactantes que éstas sean.

Y... puede que haya otra cosa. La tragedia de los mineros chilenos es una historia que nos mantiene en vilo. Una historia en la que hay esperanza de un final feliz. En el caso de Pakistan no fue así. Y... puede que no haya algo que más nos mueva  a los hombres y mujeres que las historias cuyo final intuimos que puede ser feliz.

1 comentario:

Lourdes dijo...

La historia de los mineros Chilenos ha tenido la singularidad sobre otros desastres (naturales y bélicos) de demostrar lo que se pueden obtener cuando hay una unión de fuerzas. Desde el presidente del país hasta el ingeniero que ha trabajado con ahínco en trazar el hueco por donde debía de perforarse (los planos de la mina no eran correctos), todos sin excepción de ideas políticas, bandos, amistades (o todo lo contrario)han estado ahí, cada uno en la parte que ha podido: ingenieros, ayudantes de obra, personal sanitario, curas, etc... Todo Chile se puesto en pie para ayudar. La mujer del presidente chileno perdió a su padre el pasado domingo, coincidió que iba en el coche hacia la misa funeral cuando salió el primero de los mineros; todo el país fue un clamor de alegría y lo manifestaron tocando las bocinas de los coches. La mujer del presidente pidió al conductor que hiciera lo mismo: era más día de alegría que de tristeza...