Los nuevos ricos siempre han tenido mala prensa en España. No sé si por su comportamiento o simplemente por pura envidia de sus vecinos menos afortunados. Sin embargo, colectivamente como país, nos hemos convertido en algo muy parecido a aquello a lo que despreciamos. Gastamos por encima de nuestras posibilidades, las nuevas generaciones se comportan como niños mimados para los que todo vale y destierran el esfuerzo de sus hábitos de comportamiento (en conecuencia, nuestra tasa de fracaso escolar es sobrecogedora), cambiamos los muebles de la casa (es decir, aceras, alumbrado público, estatuas como la de Colón...) alegremente con el dinero que brinda el famoso plan E, etc. Si quieren más ejemplos, por favor, lean el artículo que hoy publica Jesús Cacho en El Confidencial.
Somos muchos los que pensamos que esto no puede seguir así. Sin embargo la resignación parece haberse adueñado del país. El periódico que más ejemplares vende en España es un periódico deportivo y las revistas más vendidas son las llamadas "del corazón". Unos y otras se parecen cada vez más. Ya no se dedican a mostrarnos como antaño, los oropeles y forma de vida elegante de los más ricos. Qué va! Lo que vende hoy son los insultos, la chabacanería y airear trapos sucios de la vida de personajes de 3 al cuarto, quienes, a menudo, se los inventan con el único fin de sacar tajada. Y vaya si la sacan!
Me temo que tenemos lo que nos merecemos. Cuando una manifestación contra un presidente de un club de futbol concentra en Sevilla a más gente que una manifestación contra los que hacen un mal uso en su propio interés de los caudales públicos o que una manifestación contra el terrorismo, es que algo va mal. Estoy segura de que muchos de los que se escandalizan con el fichaje de Ronaldo (no sé si más conocido por su juego o por su azaroso y, en algunos extremos, poco edificante estilo de vida) comprarán camisetas del jugador o pondrán todo su empeño en ver un partido en el que juegue el as del balón. Eso no vale! Si queremos unos gobernantes responsables, sensatos y coherentes, también nosotros hemos de comportarnos del mismo modo. Tenemos que ser coherentes en nuestra vida para poder exigir esa coherencia a los demás. De lo contrario podremos discutir, enfadarnos en el café, y armar mucho ruido. Pero se quedará en eso. En ruido como el de los cohetes que se apaga en unos segundos.
Creo que como ciudadanos tenemos que admitir nuestra cuota de responsabilidad. Actuar con coherencia y sentido común, esforzarnos por llevar una vida ordenada, pedir austeridad predicando con nuestro propio estilo de vida y.... enseñar, con la palabra, pero sobre todo con el ejemplo, a las generaciones venideras. Lo que se aprende en casa, aquello que se ve día a día es lo que forja la personalidad. Y mucho me temo que la responsabilidad, la honestidad, integridad y cultura del esfuerzo que pedimos (con razón) a nuestros gobernantes, también nos aplica a nosotros!
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